martes, 15 de febrero de 2011

LA DIFICIL TAREA DE COMPRAR ELECTRODOMESTICOS


APTO PARA  EXPERTOS            15/02/2011

 

Voy de visita a la casa de una amiga y me encuentro  con que ha cambiado  de lugar algunos  muebles del  living.

Sobre la pared donde antes había colgado  un cuadro pintado por ella misma ha puesto un moderno televisor de pantalla plana y   frente a  él - formando una “u”- ha  colocado el juego de sillones y una mesita baja en la que  reposa  un florero con una sola flor naranja.

Mientras prepara un café me acomodo  en el sillón  grande.

Mirar la televisión en ese ambiente  es tan placentero como estar en el cine.

Le elogio los cambios y le digo que me gustaría hacer algo  similar  en casa.

Le cuento que con mi televisor me cuesta leer las letras chicas  y  que además el lugar donde está  ubicado  , en un rincón  del living, cada dos por tres me hace doler el cuello.

Ella me escucha con atención y luego me dice chistando :”date el gusto”.

Regreso a casa y les  pido una opinión a mis hijos.

Ellos piensan , sin embargo, que no es necesario cambiar el  televisor, que para qué  si el nuestro anda bien, que además  , me dicen ,  qué sentido uno  más grande si yo solo veo noticieros o algún programa de cocina ,que nunca miro películas , etc.

Son atinados sus argumentos pero no logran disuadirme pues se me ha metido la idea en la cabeza.

Me dirijo  convencida  a un negocio  de  electrodomésticos.

 Me atiende un muchacho peinado con gel, pantalón negro, camisa blanca y  buenos modales.

Le digo que quiero ver un televisor como “esos” y le señalo el lugar donde están los aparatos como el de mi amiga.

En esta instancia reparo que no sé como se denominan estos artefactos pero creo que igual con las señas me ha comprendido.

El joven me pregunta de cuántas pulgadas lo deseo y le contesto  de nuevo  con el dedo índice “  uno como ese “.

Luego me dice si buscaba  un LCD o LED y no sé que otra historia. Para responderle esta vez apelo a esa frase que a diario dicen  en mi oficina quienes van a realizar un trámite   : “Mire,  la verdad , no entiendo nada”.

Entre nosotros, como le explico a este joven que soy de la generación del blanco y negro , mejor dicho , de la generación del “blanco o negro “ , que vengo de una época en donde no existían tantas variantes para un mismo producto y que justamente en  esto radicaba la simplicidad de la vida.

El muchacho es paciente o está acostumbrado a que la gente vaya en ayunas como yo e intenta explicarme de una manera más sencilla.

Haciendo un ademán con sus manos me muestra  un televisor  que se exhibía en la vidriera y notando en mí una personalidad  conservadora que no tengo me dice   : Este es un buen aparato que le durará   treinta años .

Saco la cuenta que para  entonces yo habré cumplido casi los  ochenta y  me río  porque me pareció que la tecnología se me estaba burlando.

Quién sabe cómo serán los aparatos de televisor dentro de tres décadas ,le digo, no puedo imaginar que otro invento superador sorprenderá al hombre en esas épocas.

En fin, me fui del local sin comprar nada ,diciendo  que lo pensaría, que estaba confundida …

En realidad debí decir que me instruiría pues hoy en día no basta con  querer un televisor más grande , tenemos que aprender  el lenguaje técnico y conocer las  distintas variantes tecnológicas que nos ofrece el mercado .

Por algún motivo de regreso a casa me acordé cuando papá compró el primer televisor color.

¡Ese sí que fue un acontecimiento familiar!

Cuánta agua ha corrido por el río…

Al recordar aquel día sentí nostalgia  de aquella época en donde la tecnología  no había alcanzado un nivel de  sofisticación tal como para que la elección de un televisor sea un tema solo para expertos.

 

María Cecilia Repetto