EL EJEMPLO DE LA
MAGNOLIA
Cuando mi hijo era
chico solía ir a jugar los fines de
semana al campo de un amigo.
Los domingos , al regresar a casa
, volvía deslumbrado por el paisaje variopinto que formaba aquel bosque
de árboles gigantes y ramas que parecían
querer abrazar el cielo , la laguna de patos y un silencio infinito que solo interrumpían los pájaros con sus odas a
la libertad.
Y tan grande era su fascinación que luego pretendía reproducir en el reducido
jardín de nuestra casa un escenario semejante al de aquel paraíso terrenal.
Le explicábamos que por razones de espacio no era posible
concretar su deseo pero era más fuerte su empeño y como al descuido fueron apareciendo, primero uno luego otros , pequeños árboles
frutales y de otras especies desplazando
hacia un sombrío rincón del patio mis macetas
de petunias y cuanto
arbusto se había colocado con fines de decoración.
De todos los árboles que había visto en el campo de su amigo
el que más admiración le causaba - y con motivos que pude constatar - era un imponente
árbol de magnolias que en primavera desbordaba de hermosura con
sus pomposas flores blancas.
Tanto le gustaba que
cierta vez , contagiada por su entusiasmo, le regalé una planta de magnolias.
En solemne ceremonia
un sábado por la tarde la plantamos
frente a su dormitorio. Casualidad o no , en aquella oportunidad la planta y mi hijo medían exactamente lo mismo.
Desde entonces han transcurrido diez años y el , ahora , “árbol
de magnolias” ha crecido tanto que por momentos parece que pretende
tocar las nubes.
Desconozco , en verdad, cuál será su destino si continúa creciendo con tanto ímpetu, por lo pronto es lo primero que se observa al abrir las ventanas cada mañana.
Además , desde hace algunos años , tiene la bondad de brindarnos sombra en
verano y es el sitio preferido para leer el diario o dormir la siesta bajo su
frondosa copa.
En cuanto a mi hijo , el dueño del árbol , cada tanto le hago
acordar de aquel día memorable y le digo
,aunque él me responda con un resoplido ,que siga el ejemplo de la magnolia ,que nunca deja de crecer y que intenta por lo
que nos ha demostrado elevarse hasta lo
más alto …
Esta anécdota, que excepto
como recuerdo personal, es intrascendente me ha venido a la memoria al vincularla con un tema que sí es importante como es la educación de nuestros
hijos que hoy atraviesa un momento
crítico.
Desde que un niño nace ,
primero sus padres , luego sus maestros ,se ocupan de su
formación con miras a conseguir en él una independencia futura .
Este proceso de crecimiento demanda paciencia , dedicación
y responsabilidad mutua , tanto del que
educa como el que recibe la educación. No es una tarea sencilla , demanda
tiempo, perseverancia , buenos ejemplos y nunca debe detenerse.
Educar implica una gran responsabilidad porque de la calidad de la educación que se brinde
dependerá el futuro esa persona .
Para ello es
importante contar con buenos maestros y profesores de manera que al egresar un
alumno del establecimiento educativo el
título que se le otorgue sea una carta de presentación en el mercado laboral.
Esto trae aparejado la necesidad de jerarquizar la profesión
del docente y otorgarle el prestigio que alguna vez tuvo dentro de nuestra
sociedad.
En nuestro país la educación está en crisis porque no
produce como resultado el crecimiento del alumno con miras a su
independencia y porque además no alcanza en números a abarcar un
porcentaje óptimo de la población estudiantil.
Los niveles de aprendizajes han descendido y son inquietantes sus consecuencias: abandono y deserción escolar .A los
problemas socioeconómicos que padecen
muchos alumnos se añade el auge de la violencia y el asedio de las drogas
que influyen negativamente en la vida
escolar.
Esta realidad constituye la más grave de las injusticias porque
priva de posibilidades de superación a
los sectores sociales más desprotegidos.
Para dar fin a esta situación es necesario el esfuerzo conjunto de padres y maestros
pero el Estado no debe soslayar su responsabilidad y asumir sin más demoras ni excusas su deber de
garantizar este servicio fundamental del cual depende el futuro de todo el país.
Si cada uno desde su ámbito de acción realiza su aporte , cada niño tendrá la posibilidad de crecer con la fuerza y el frenesí de la magnolia.
María Cecilia Repetto
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