SOY LARA…
Un hombre audaz ,rebelde y
visionario.
Soy “el fundador” .
Nací un tormentoso día de
agosto en 1.771.
Soy hijo del Teniente de
Milicias de la Ensenada ,Bernardo Lara y de Petrona Gutierrez y me crié en el pago de la
Magdalena cuando estas tierras sin fronteras eran objeto de continuos ataques
de malones.
De mi infancia guardo
recuerdos imborrables de juegos al aire libre trepando árboles,revolcándome
entre los matorrales y descubriendo lugares nuevos entre la inmensidad del
paisaje.
La situación económica de
mis padres nos permitía llevar una
vida cómoda,sin lujos pero con lo
suficiente para no sentir las privaciones del que no tiene para comer ni donde
caerse muerto.
No obstante,la profesión
militar de mi padre y sus largas ausencias en casa nos generaban una sensación de amargura y desamparo que recién de adulto logré superar.
Recuerdo que las despedidas
eran tristes,no ocultábamos el miedo de no volverlo a ver y por días,hasta que nos acostumbrábamos,la
casa parecía un hogar en duelo.
Desde chico sufrí en carne
propia el problema del indio. A mi madre la torturaba el temor de ser presa de
uno de esos malones que de tanto en
tanto acechaban en la zona arrasando con todo cuanto encontraban en su camino .
Estos indios eran
corpulentos ,de cara redonda,nariz chata y ancha y cabellos muy negros .Eran crueles y sanguinarios y sus alaridos
penetrantes alteraban la calma de todos los que habitábamos en esta zona.
Recuerdo haberles visto
manejar con destreza una lanza larga
desde su caballo y las
infaltables boleadoras que le servían para la caza de aveztruces,ciervos y
liebres.
La profesión de mi padre fue
determinante a la hora de decidir por la mía.Yo quería ser como él ,pero además
aspiraba sembrar para el futuro,abrir caminos y terminar con los obstáculos que
se interponían al progreso.
Ahora que miro a la
distancia me doy cuenta que mi historia sería otra sino fuera por el medio en
que nací y las circunstancias que me tocaron vivir.
También la de ustedes a
quienes les escribo…
Nunca olvidaré aquel mes de
junio de 1.806 cuando el capitán Santiago de Liniers ,comandante del
fuerte de la Ensenada de Barragán,
avistó una flota inglesa semejante a la que había desembarcado al mismo tiempo
en la Costa de Quilmes .
Las invasiones inglesas alteraron
en aquel entonces la calma de la vida colonial causando el desconcierto de la
población de Buenos Aires.
El virrey Sobremonte se
marchó como un cobarde a Córdoba ,llevándose a su familia y el tesoro real más
otros valientes, como Pueyrredón y Liniers,
decidieron enfrentar a los invasores y buscaron apoyo en la campaña y en
la Banda Oriental.
Yo tenía 35 años cuando integré el Escuadrón del Pago de la Magdalena y decidí
ponerle el pecho a esta noble causa ,junto con mis parientes Fermín y Martín Rodriguez impulsado por mi espíritu combativo y el amor
a la tierra de mis padres que no aceptaría
fuera pisoteada por extraños.
Los indios en aquel entonces
constituían una seria preocupación para el hombre blanco. Las políticas del
gobierno estaban orientadas por las necesidades crecientes del país en correr
la línea de frontera y arrojar al indio más allá del Salado .
Afectado por completo a esta
tarea , después de haber sido destacado en
Chascomús con el grado de Capitán de Milicias ,fui enviado al Sur del Salado hacia el año 1.814
con un piquete de 50 hombres para combatir a los indios y expulsarlos del territorio.
El Director Supremo
Pueyrredón ordenó fundar un pueblo en Kakel próximo al fortín a mi cargo pero esta resolución fue dejada sin efecto por oposición de un
hombre muy influyente en la zona como era Don Franciso Ramos Mejía.
Una distinción que me colmó
de orgullo por cuanto significó el reconocimiento oficial de mis servicios la
sentí al ser elevado a la categoría de Comandante de Blandengues de Frontera en
1.816, pero mi máxima satisfacción fue haber
fundado el pueblo de Dolores sobre terrenos donados por un amigo de mi infancia,don
Julián Martinez Carmona con la autorización del Director Supremo Juan Martín de
Pueyrredón.
En aquel momento las
políticas del gobierno estaban centradas en extender la línea de frontera y la
fundación de Dolores respondía a esos fines pues se interpretaba que el
establecimiento de poblados era un mecanismo efectivo para poner un freno al
avance de los indios que asechaban en la zona.
Tales fueron las
instrucciones que recibí y cumplí al pie de la letra sin imaginar jamás la concreción de este proyecto fuera a repercutir en lo más profundo de mis
sentimientos.
Lo que se siente al fundar un pueblo es semejante a
concebir un hijo.
Uno deposita en él
todas sus esperanzas y sus sueños. Le dedica la vida y arriesga su muerte si fuera preciso para
que esa obra persista y crezca hacia el futuro. Todos los esfuerzos valen la
pena. Allí radica el secreto de mi fortaleza.
Ni el incendio destructor
del 30 de abril de 1821 por un malón de
1.500 indios guiados por el bandido
Molina, ex capataz de Ramos Mejía, logró desvanecer mis esperanzas. Pese a las
terribles consecuencias , materiales y
espirituales de aquel maldito ataque en que perdí a parte de mi familia ,no me
faltaron fuerzas para iniciar la
reconstrucción de
Dolores algunos años después.
Y mis esfuerzos no fueron
vanos y mis convicciones tampoco .Al
poco tiempo de refundarla presentí que Dolores
trascendería los motivos que habían dado razón a su origen .
Me lo decía mi corazón
pero sobre todo la actitud valerosa de los primeros pobladores decididos desde el comienzo a sembrar las semillas del progreso para Dolores se transforme con el tiempo en esto que es hoy :Una ciudad serena ,fértil ,próspera ,pujante ,en suma , algo más
que una ciudad centinela.
María Cecilia Repetto
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