LA LLAMA CELESTE
María Cecilia Repetto
Cuando me hablan de frío me vienen al recuerdo los inviernos de mi infancia…
Antes de las ocho íbamos todos
los chicos caminando hacia la escuela, con el portafolios en la mano, tapados
hasta las orejas, mirando la escarcha que solía formarse en los techos de los autos
estacionados sobre la acera, adivinando en los días de niebla quienes serían
los iban más adelante porque casi
no se veía.
Dentro de las aulas no
recuerdo que hubiera calefacción, tal vez algún día de mucho frío, pero a uno lo mandaban de la casa con tanto
abrigo debajo del guardapolvo que lo incómodo era doblar el brazo , no el
frío.
En muchas viviendas de
Dolores había estufas a leña pero
en otras se usaban los calentadores a Kerosene Eco o Bram Metal , las salamandras o las estufas
Flamex que venían enlozadas de color gris o bordó .La gente ponía la pava
para calentar el agua y como si fuera poco le colocaba un armazón metálico que servía para secar la ropa los días de humedad. Pero sí de frío hablamos,
en las casas grandes y antiguas como la
de mi abuela, la historia era todavía peor .Los techos altos que tanta frescura
garantizaban en el verano en invierno eran una pesadilla.
Por eso cuando aparecieron
en el mercado las estufas Eskave fue un
verdadero alivio para quienes la instalaron.
Ya no se precisaba andar con la damajuana,
ni el embudo, ni tener mechas de
repuesto para cuando el calentador hacía humo
porque quemaba mal. No era preciso controlar si estaba la llama celeste en señal de buena
combustión , ni protestar porque la rosca del botellón se había falseado.
Con el nuevo artefacto tan solo había que
poner un tanque en el patio (con una tapa que se mandaba a
hacer a un zinguero para que no le entre agua) y entonces pasaban a domicilio los keroserenos
en un carro tirado por caballos, después
con un camioncito y lo cargaban
semanalmente con sus enormes tarros de zinc.
Por otro lado , al ser
el gas envasado bastante más caro
que el gas de red , en todas las
familias se controlaba el consumo en la cocina
o con el agua caliente para
que el tubo o la garrafa durara un poco más.
En realidad, en todas las
familias se medía el consumo , más aún cuando se trataba del gas, la luz o el agua porque la gente tenía arraigado el concepto
del ahorro que no sé porque razón se fue
perdiendo con el tiempo , tal vez
porque cambió el estilo de vida de la gente
,tal vez porque se impuso la costumbre del derroche sin medida ,
con más razón si las cosas te las regalan o algún benefactor te las subsidia , aunque a
la larga todo se paga a su debido precio.
Por eso ahora cuando la
situación nos enfrenta a un escenario que nos resulta hostil como el que se plantea con el aumento de las
tarifas o cuando escuchamos las advertencias del gobierno respecto a la
necesidad de cuidar el consumo de
energía fruncimos el ceño contrariados.
Pero ocurre que en la Argentina durante años se malgastaron los recursos energéticos en gran parte
por las malas políticas de los gobierno pero también porque los argentinos perdimos
la cultura del ahorro que otrora dignificaba a la familia y las hacía progresar.
Las medidas adoptadas
por el gobierno conocidas como “EL Tarifazo”
fueron a mi juicio imprudentes . Los
cambios deben ser graduales y si lo que
hay que modificar es un hábito
social se precisa además paciencia y educación.
Quienes pertenecen a mi generación y ni que hablar quienes me han
precedido sabemos de qué se trata, el ahorro, de que se trata el derroche,
sabemos del frio y del exceso del calor.
Nadie desea retroceder
al pasado salvo para recordar que el
mundo no se viene abajo porque se nos pide que midamos el consumo de gas o de luz por tratarse de un bien escaso .
El presidente Macri ha provocado risa con su cruzada contra
el despilfarro pero pienso que tiene razón
en este aspecto como así también en la necesidad de eliminar los
subsidios a quienes no lo necesitan .En
otro países ya lo han implementado desde
hace mucho tiempo y han asumido un mayor compromiso social frente a una
realidad en la que no podemos quedar ajenos.
Nosotros también
debemos actuar como miembros de una comunidad fomentando el consumo responsable de energía para colaborar
en el proceso de crecimiento del país pensando en nosotros y también en las
generaciones futuras . Por otro lado el gobierno debe generar políticas de Estado que promuevan el cuidado de los recursos naturales no
renovables sin desmedro a su deber de proteger la calidad de vida de la población,
en especial la de los sectores de
menores recursos. En la medida que se alcance el justo
equilibrio veremos la llama celeste del progreso.
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