LAS DESVENTURAS DE DON RODRIGO MARIA CECILIA REPETTO .07-09-2003
Seres
de apellido “Díaz” abundan en estas tierras
pero “Rodrigo Díaz” hay uno solo
y nació en Dolores hace 59 años.
No es
familiar ni se parece a su homónimo, Don Rodrigo Díaz de Vivar-alias el Cid
Campeador- , aquel famoso personaje de la
literatura castellana que daba muestras de su valiente espíritu aventurero recorriendo España montado sobre su caballo Babieca.
Pese
a tener ambos sus raíces en la zona de Castilla, a diferencia de aquel, éste
Rodrigo Díaz no es intrépido ni andariego. La lucha no es parte de su vida y su
máxima atracción es hacer recorridos en
bicicleta por las calles de su
pueblo.
A su esposa,
con quien tuvo cuatro hijos, le dicen Beti.Además de haberle seducido su
dulzura, Rodrigo Díaz suele repetirle con tono risueño que lo que más le gusta de ella es su arte en
la cocina.
Lo admirable
(y curioso) de esta familia es que logran sentirse felices con el solo
transcurrir de la vida cotidiana. Pareciera que a nada aspiran más que el transcurrir en paz los ciclos de la vida o que aún no han sido contagiados por ese
virus moderno de la insatisfacción.
Su
vida de rutina, sin embargo, a veces se altera por algunos imprevistos.
Hace
unos días Don Rodrigo no se sintió bien
de salud. Se agitaba con frecuencia y su digestión no era la de antes. A juzgar
por su aspecto se podía adivinar que esos kilos de más le
estaban pasando una factura.
Luego
de consultar a su médico de confianza y
de peregrinar por diversos
consultorios y laboratorios que lo examinaron, estudiaron y analizaron;
despejados , al fin, los temores de un
mal serio ,el facultativo lo conminó en dos palabras a un parco tratamiento
para erradicar su mal :”Dieta y
ejercicio ”
A
partir de entonces Rodrigo Díaz descubrió un mundo que hasta entonces no
conocía, como si un telón se abriera frente a sus ojos.
En
las góndolas de los supermercados observó que cada producto lácteo tiene su
hermano “light”, que el verde de las etiquetas es indicador de alimento con
bajo contenido graso o sinónimo de
permitido para su dieta.
Incursionar
por el mundo de lo “diet” (mermeladas,yogures,leche,flanes,galletitas,etc)
representó para este vecino un viaje por rutas donde jamás había transitado ya
que hasta entonces los alimentos que consumía se clasificaban según los dictados de su paladar o de su estómago pero jamás por la
cantidad de las calorías que contenían.
En
pocas palabras, aquella sencilla
recomendación médica de que consumiera productos sin grasa o dietéticos para bajar su
colesterol, terminó por convertirse en un tormento.
Pero
no quedó ahí, en el gimnasio donde se anotó
para concurrir dos veces a la
semana se enfrentó con otras sorpresas.
Hombres
de todas las edades, sin problemas de gordura, estilizaban sus cuerpos subidos a máquinas extrañas con
el fin de tornear su musculatura.
El
espejo que tapizaba las paredes del gimnasio devolvía la imagen de un Rodrigo
con abdomen de medio punto que contrastaba
con la del joven fornido de piel humedecida por la transpiración de su
esfuerzo físico.
Dos
semanas de dietas y dos semanas de gimnasio fueron suficientes para que Rodrigo
Díaz llegara a una conclusión inevitable: Aquello no lo resistía más.
“Cada
cual debe ser fiel consigo mismo” sentenció en la mesa familiar mientras degustaba el plato de ravioles del domingo.
No
era él hombre del yogur descremado, ni le gustaba la manteca de bajas calorías
y se sentía ridículo haciendo abdominales sobre una camilla; mejor adaptaría su
tratamiento a su forma de vida. Su dieta
consistiría en suprimir el pan y alternar las comidas sabrosas de la
patrona con un magro bife y ensaladas.
Su gimnasia consistiría en paseos en
bicicleta y durante el verano cortaría
el césped del jardín.
En el
café donde se reúne a menudo con sus amigos
hizo algunos comentarios risueños de su experiencia con “el mundo light” admitiendo,
como el detalle más saliente, que la mayoría de las personas que consumían
productos dietéticos o que permanecían horas en el gimnasio no tenían problemas
de exceso de peso como él.
Pero
además ,observé con sorpresa , dijo poniéndose serio , que en la actualidad muchos hombres han adoptado costumbres que
décadas atrás los hubiesen catalogado como afeminados y creo que ha influido mucho el temor a envejecer
que no es otra cosa que negarse a aceptar las modificaciones naturales del
cuerpo por el paso del tiempo .
Tal vez, siguió opinando, muchos empresarios
han encontrado en esto un gran negocio y lo han explotado a través de campañas
publicitarias que asocian la belleza con la juventud o la belleza con la imagen de un cuerpo delgado y armonioso. A
partir de allí la proliferación de
productos de cosmética, dietas y coloraciones de cabellos para evitar que las canas, los rollos, las
arrugas que delatan el
envejecimiento no se noten.
Es
normal que el hombre trate de adaptarse a las modas. Lo ideal no es dejarse
apabullar por ellas y poner más el acento en la salud que es lo que importa.
Algunos,
como Rodrigo Díaz, han optado por hacer
la suya y mantener su estilo.
Al
mirarse al espejo se ve algo gordito y canoso
pero aun así, me confiesa, prefiere eso a que en el barrio lo tachen de “María Luisa”
María
Cecilia Repetto.
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