LA BASURA NO ES AJENA
La tarea
de sacar la basura a nadie le
agrada pero a todos libera.
Cada vez que la bolsa de residuos traspasa el umbral de
nuestra vivienda y es dejada
con alivio en el borde de la vereda ,en el cesto de residuos o colgada de un árbol
uno siente que lo que había en ella ya no nos pertenece , que ha dejado de ser nuestro problema .
Allá quedan nuestros desperdicios desamparados a la espera de que un camión vespertino se los
lleve junto a las otras bolsas del vecindario a su morada final , vaya
a saber dónde ,a nadie le interesa averiguarlo .
Pero para algún lado se van ,con rumbo desconocido nuestros indeseables desechos : los restos de comida de ayer y de anteayer ,los papeles que ya
no nos sirven, las botellas vacías , las cascaras de frutas , los utensilios rotos, los frascos vacíos, los trapos
que ya no sirven, restos del mate ,café o el saquito de té usado, todo revuelto y aplastado
dentro de una bolsa negra o del supermercado que a punto de reventar es contenida por
un nudo retorcido que nuestro dedo índice
ha aprendido hacer hasta el
cansancio .
Uno tiende a pensar que lo que no se ve no existe, que la basura que nos
sacamos de encima desapareció por arte
de magia.
Pero lo cierto es que el mundo
se está quedando sin espacio para guardar toda la basura que se está
amontonando y si no asumimos la
necesidad de darle un debido tratamiento el peligro de que se transforme en un
riesgo para la salud y al medio ambiente se acrecentará con el correr
del tiempo.
Hoy en día mucha de nuestra basura
va a parar a los basurales a
cielo abierto ubicados en las afueras de las ciudades, a veces la basura se
descarga en ríos y lagos que contaminan el agua. A menudo la basura se entierra
pero ésta puede contener sustancias
tóxicas que se filtran por la tierra y contaminan el suministro de agua.
El
consumismo exacerbado de los últimos
tiempos ha agravado el problema al aumentar notoriamente la cantidad de
desechos que se acumulan cada día.
En muchas ciudades los residuos
se tiran por cualquier lado. Esquinas,
veredas, baldíos, a la vera de las rutas. Todos ellos y muchos más son los
lugares elegidos para quienes desprecian el cuidado del ambiente y, con ello,
provocan daños a terceros y a sí mismos, por cuanto esa desaprensión no es
gratuita.
Se sabe, por ejemplo, que en la
zona metropolitana bonaerense donde habitan unos 16 millones de personas se arrojan por día 18.500 toneladas de residuos y
que una cifra no menos importante de
residuos es la produce la ciudad de Buenos Aires que cuenta con casi 2.900.000 habitantes y genera 6760 toneladas diarias.
Aunque evidentemente en ciudades con mayor población el problema es más
grave por la falta de espacios, nadie está exento del problema y la
solución no pasa por hacer nuevos
rellenos sanitarios ni en replantearse
la idea de la incineración de residuos a la vieja usanza.
Las plantas procesadoras ayudan a reducir el impacto en el ambiente al
quemar desperdicios y generar calor que se utiliza para suministrar energía a
los edificios cercanos, pero esto no significa que dejen de liberar compuestos
nocivos
Por esta razón es importante insistir en un
cambio cultural que es posible lograr con campañas educativas para tratar de
reducir la cantidad de residuos y
la separación de los mismos dentro de
los hogares antes de su recolección.
El reciclado de artículos como botellas de vidrio, metal y latas de estaño,
periódicos y plásticos contribuye en el
objetivo de reducir la cantidad de residuos a través de su reutilización .Para
ello es necesario aumentar las plantas de reciclado que deben trabajar en forma mancomunada con la
población en la separación de los residuos desde los hogares.
La mayor parte de la basura que produce el planeta -estimada en más de
dos billones de toneladas anuales- se entierra o se quema.
Suecia ha desarrollado un sistema de reciclaje tan logrado que se está
quedando corta con la basura que necesita para sus plantas de combustión de
residuos. De la quema de esa basura, el país nórdico obtiene energía que
transforma, por ejemplo, en electricidad y lo hace tan bien que es
autosuficiente. Tanto, que ha decidido que lo mejor es importar basura de los
países vecinos para seguir alimentando sus plantas de valorización de residuos.
Según los datos ofrecidos por el Gobierno de Estocolmo, el país importa nada
menos que 700.000 toneladas de basura.
Daría la impresión que, salvo excepciones, aún no se le ha dado
verdadera dimensión al problema.
La palabra basura proviene del latín “versura”, derivado de verrere,
que significa “barrer”; por esto se puede decir que el significado original fue
“lo que se ha barrido”. No se trata de
barrer la basura debajo de la alfombra o pensar que la barrerá el viento lo que
hace falta es asumir que no se trata de un asunto ajeno y que cada individuo debe
colaborar con sus acciones en
miras a preservar la salud general y el medio ambiente.
MARIA CECILIA REPETTO
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