CERRADO POR CENSO
Ahora
que pienso el censo que se realizó el pasado 21 de mayo bien
pudo hacerse una semana después que era feriado, o cualquier
otro domingo, para que coincida con un día inhábil
laboralmente ,como otras veces ha sucedido.
Pero parece que aquí insistimos con darnos ciertos lujos y hacer de
cada ocasión una excusa para no ir a trabajar, aunque el costo sea grande,
aunque en la situación en la que nos encontramos hacer gastos de esta
naturaleza resulte una frivolidad: Pagar a los censistas, a la
estructura jerárquica, costos de organización, en fin, una suma estimada en
$14.000 millones.
El censo de población facilita la elaboración de indicadores de
desarrollo, proporciona bases para preparar estimaciones de natalidad,
mortalidad, migración y del crecimiento de la población.
A partir del análisis de los resultados, es posible reconocer las
características y las necesidades de la población ,y así dar lugar a una mejor
planificación de las políticas públicas.
Es decir, no se niega su importancia, lo que se cuestiona es la
necesidad de embarcarse en gastos de esta naturaleza frente a otras prioridades
que tiene en este momento el país y que se suma a otras sorpresivas medidas del
gobierno, como el anuncio de los nuevos billetes, que parecen ir a contramano
de las urgencias que hoy tiene la gente.
Podría tener mayor justificación en otras épocas, pero hoy en día con
la cantidad de herramientas informáticas que contamos y estudios estadísticos
que se realizan de toda naturaleza, seamos francos, alcanzan y sobran las
mediciones, encuestas y relevamientos que se realizan para satisfacer cualquier
inquietud, duda o dato que necesite conocer el gobierno para elaborar las
políticas públicas.
De haberse realizado el pasado 25 de mayo al menos hubiera
tenido cierto valor simbólico por tratarse del día del nacimiento de nuestra
patria.
Punto de partida para determinar cuánto ha crecido la población
doscientos doce años después de la Revolución de Mayo, porque cada censo
grafica una época, la situación social y económica de su gente.
En el caso particular de nuestro país, desde sus inicios se
vislumbraban desbalances regionales y el crecimiento desigual de
Buenos Aires en relación con otras regiones del país, situación que
al día de hoy persiste.
Desde que comenzó nuestra historia como Nación el primer censo fue en
1869, bajo la presidencia de Domingo F. Sarmiento, y hasta el último realizado
en 2010, se desarrollaron en el país diez censos nacionales (1869, 1895, 1914,
1947, 1960, 1970, 1980, 1991, 2001 y 2010).
Según el primer relevamiento, la población nacional era de 1.830.214
habitantes. La población originaria no fue censada y se la estimó en 93.138
habitantes
También se relevó la cantidad de hijos “ilegítimos” que
eran 153.882, es decir, el 20% del total de niños censados. Dentro de la
categoría “condiciones especiales” se distinguió entre: dementes, sordomudos,
ciegos, cretinos, imbéciles, estúpidos, opas, con bocio o coto, inválidos y
huérfanos.
Tras unos largos veintiséis años, en 1895, se hizo el segundo censo
nacional. Allí se incorporó el llamado "desierto" (La Patagonia) y la
región chaqueña. La población total fue de 4.044.911 habitantes, más del doble
que durante el primer registro.
En 1914, se realizó el tercer censo nacional. La población creció a
pasos agigantados por la llegada masiva de los inmigrantes europeos, fue la
etapa de mayor crecimiento demográfico de nuestra historia, la población
alcanzó los 7.885.237 habitantes.
Recién en 1947 se desarrolló el cuarto censo, bajo la presidencia de Juan
Domingo Perón: La población total fue de 15.893.827 habitantes. Este censo
introdujo la consideración de la familia y el hogar como unidades de análisis.
También es la primera aparición de la figura del “desocupado”.
El censo de población, vivienda y agropecuario de 1960 fue realizado
durante la presidencia de Arturo Frondizi. En materia de familia, se destacó
por incorporar las “uniones de hecho”, ya que anteriormente solo se consideraba
al “estado civil”. El censo determinó una población de 20.013.793 habitantes.
En 1.970 el censo determinó que los habitantes de la Argentina eran
23.364.431 habitantes.
El 22 de octubre de 1980, durante el gobierno de facto de Jorge Rafael
Videla, se realizó el séptimo Censo Nacional, el total de la población que resultó
fue de 27.949.480 habitantes.
El censo del año 1991 se realizó durante la presidencia de Carlos
Menem. Reveló una población de 32.615.528 habitantes.
El censo de 2001 durante la presidencia de Fernando de la Rúa, surgió
del relevamiento fue de 36.260.130 habitantes. Durante este censo se examinó
sobre discapacidad, descendencia o pertenencia a los pueblos originarios y
equipamiento tecnológico del hogar.
El último censo, el del 27 de octubre de 2010, estuvo signado por la
muerte de Néstor Kirchner El resultado marcó 40.091.359 habitantes.
No caben dudas que los censos nacionales han sido en todas las épocas
herramientas para la toma de decisiones de todos los niveles de gobierno.
Pero en la situación de crisis en la que estamos ¿De veras creemos que
su resultado puede influir para que existan mejoras, llamémosle
correcciones en las políticas públicas.?
¿De veras creemos que se precisa hacer un censo para saber
quiénes somos ,cómo estamos ,que necesitamos o a cuanto asciende el
número de pobres en Argentina?
Por eso , en mi opinión , el censo debiera realizarse cuando
existan recursos económicos suficientes y que hoy son escasos.
Se suman estas iniciativas del gobierno a otras que
acrecientan la sensación de que se gasta más de la cuenta ,o que se
invierte mal el dinero público ,que se pone la atención en asuntos que no
son de relevancia y que no contribuyen a cambiar la situación social y
económica de la población ,que se pierde el tiempo en cosas superfluas en vez
de poner la atención en cuestiones de fondo y lo mas angustiante
es la desazón de no saber si lo que sucede es por inoperancia
o premeditación .
María Cecilia Repetto
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