MARCHAS QUE NO AVANZAN
Con
razón o sin razón quien protesta tiene un motivo frente al cual reacciona.
Tanto en el ámbito privado como en
la faz pública , todo reclamo presupone un actor y un destinatario
a quien se señala responsable de la situación que incomoda o agravia.
El derecho a la protesta ha sido una
conquista de los pueblos libres.
Los derechos a la libertad de expresión,
reunión pacífica y asociación, garantizan diversas formas de
expresar opiniones, disenso, demandar el cumplimiento de derechos o reaccionar
frente a una política y a los funcionarios responsables de ellas, a
reclamar a los distintos poderes del Estado o a conmemorar hechos
históricos relacionados con la identidad de un pueblo.
En este sentido las protestas pueden ser
protagonizadas o apoyadas por diferentes actores de la sociedad civil,
sindicatos, partidos políticos, movimientos sociales, como así también
realizarse en forma espontánea ante una determinada situación.
Una sociedad ideal sería aquella en la
que no existieran las protestas, aquella en la cual el nivel de satisfacción de
sus habitantes resultara óptimo y no diera motivo a reclamos hacia quienes
administran la cosa pública.
Pero cuando no es así, como sucedió
durante la Revolución francesa en 1.789 o las primaveras árabes, las acciones
populares han impulsado transformaciones sociales a partir de conflictos
preexistentes.
Existen sobrados antecedentes:
Hacia el año 1.930 Mahatma
Gandhi aplicó de manera concreta su doctrina de la no violencia reaccionando
contra el monopolio estatal de Gran Bretaña sobre la distribución de la sal
india que fue acompañada por todo el pueblo y que fragilizó la autoridad que
tenía el gobierno británico sobre el pueblo indio.
En la misma época, la marcha por los
derechos civiles, también llamada Marcha sobre Washington que tuvo como
protagonista a Martin Luther King con su famoso discurso “I have a dream” fue
determinante en la historia de los afroamericanos.
También lo fue para los franceses y con
repercusión mundial la cadena manifestaciones que se realizaron
en 1968 conocida como “El Mayo Francés “impulsada por obreros y
estudiantes universitarios a la que luego se sumaron muchos sectores
de la sociedad y del ámbito político.
En nuestro país la protesta social tiene
una larga tradición y una presencia muy significativa en las calles sobre todo
de las grandes ciudades como Buenos Aires.
En algunas ocasiones el ejercicio del
derecho de reunión ha generado inconvenientes en el normal funcionamiento
cotidiano y el ejercicio de otros derechos que merecen la protección y garantía
estatal, como el derecho a la libre circulación.
No obstante, ello hasta el presente no se
han dado soluciones para que una marcha o acampe de los que se organizan
cotidianamente provoque inconvenientes de distinta índole a los ciudadanos que
no participan en ella.
Los “piquetes” se produjeron en
reiteradas ocasiones a lo largo de la historia, pero se impusieron como
modalidad de protesta a partir de los años 90 en localidades pequeñas del
interior del país, primero en Neuquén en Cutral-Co y después en Salta, en
Mosconi.
Con el correr del tiempo el piquete se
impuso en BSAS y fue protagonista central de la crisis del 2001/2002, donde los
sectores más desprotegidos ya no pedían la devolución del trabajo, como años
atrás sucedía en localidades del interior, sino algún tipo de asistencia social
que hasta ese momento era casi nula.
La Marcha Federal que se ha llevado a
cabo en estos días organizada por grupos piqueteros no alineados al
gobierno tiene ribetes que es preciso diferenciar.
En primer lugar, el motivo del reclamo
originado en la crisis económica, con una inflación que en el mes de abril
subió un 6%, falta de fuentes de trabajo y planes sociales que no alcanzan a
cubrir los gastos esenciales , que exige soluciones urgentes por parte de
las autoridades.
Fuera de ello las Organizaciones Sociales
pasaron a obrar como un sector sindicalizado con sus respectivas internas que
se dirimen en las calles con protestas que perjudican a los trabajadores, no
solucionan los pedidos esgrimidos y sus dirigentes miden su poder
de representación.
Por otro lado, no es extraño que sean
facciones afines al gobierno quienes organizan movilizaciones en Plaza de Mayo
o hacia el Congreso enarbolando banderas donde se formulan reclamos de la misma
índole pero que tienen como telón de fondo un matiz político originado en
cuestiones internas dentro de la alianza gobernante.
Como si fuera poco, muchas de estas
manifestaciones son costeadas con recursos públicos y los asistentes acuden a
ellas no por convicción propia sino para no perder el beneficio de un plan o
subsidio que el mismo gobierno le otorga a cambio de protestar, es difícil de
comprender, pero es lo que sucede.
Aunque no se trata de una regla escrita
en las democracias el gobierno gobierna y la sociedad civil marcha, protesta,
critica o peticiona a las autoridades ,se distorsiona su sentido cuando
se agregan cuestiones de otra naturaleza .
Hoy en día 12 millones de argentinos
viven de la asistencia estatal; la pobreza es desesperante y obliga a la
sociedad en su conjunto a buscar soluciones para evitar que este flagelo siga
creciendo y afectando a millones de familias argentinas.
Nuestro país debe salir de ese círculo
vicioso que cada día hace aumentar el número de pobres e indigentes que
dependen de un plan asistencial para subsistir .
Para ello es necesario presentar un
programa integral, basado en consensos políticos pensado en generar empleos
genuinos, de manera que cada argentino pueda ganarse su propio
sustento en vez de ser un piquetero de la indignidad.
María Cecilia Repetto
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