FESTEJANDO ME OLVIDO
Han pasado más de dos horas desde que terminó el partido
de football en el cual Argentina venció a Nigeria y por la ventana de mi oficina veo cómo un montón de chicos en
edad escolar continúan en los alrededores de la plaza festejando el triunfo de nuestro equipo.
Me pregunto para mis adentros si no será hora de que estos chicos
regresen a su casa ¿No tendrán nada que
estudiar o tarea escolar que realizar para mañana?
Es miércoles. En otra época las
madres hubieran puesto el grito en el cielo. Dirían que es día de semana ,que es hora de estar haciendo los deberes en su
casa y no es porque pretendieran que sus hijos estuvieran todo el día tragando libros ,como
se decía antes ,pero sí había una noción
de cierta disciplina que se imponía
desde los hogares por la cual los chicos, en tiempos de escuela , estaban abocados a sus tareas en vez de estar a la deriva por la calle donde nada bueno se
aprende.
Dirán que ahora es distinto o que estamos en el Mundial, que es como el
carnaval, que el triunfo de Argentina da motivos para festejar; se comprende y
se comparte la alegría.
Pero lo que llama la atención no es el festejo por el triunfo del equipo
argentino , que es algo circunstancial ,
sino la declinación de los hábitos de estudio
por parte de los jóvenes que se manifiesta en esa despreocupación constante
como si vivieran en eternas vacaciones
sin ninguna otra cosa más productiva (para su vida claro)que hacer.
Y la verdad es que para generar una disciplina de estudio se requiere del trabajo conjunto de la familia
y la escuela.
La disciplina es un ejercicio de la voluntad y para adquirirla necesita como en todos los órdenes dedicarle tiempo y
esfuerzo.
Hoy en día en los hogares y en las escuelas no se ayuda demasiado a que
los niños adquieran una cultura del estudio ,se los abandona a su suerte, provocándole
con ello un daño importante en su formación y en su futuro .
Las evidencias demuestran guste
o no reconocerlo esta declinación de las exigencias va de la mano con la declinación
de la educación pública.
Así como en una época la escuela pública fue una herramienta de
nivelación social que permitió a los niños argentinos acceder en forma
equitativa a una educación de calidad.
Hoy en día puede decirse que aquellas expectativas que permitieron el
progreso de nuestro país ya no se cumplen. Por el contrario el bajo nivel de
exigencias y de calidad educativa causa desigualdad entre los que pueden acceder a escuelas
privadas de mejor nivel con los que solo tienen la posibilidad de formarse en
una escuela pública.
En la Argentina de hoy la
educación puede ser un motivo de preocupación de los gobernantes y dirigentes
pero lo cierto es que en los últimos
tiempos no ha ocupado en la agenda política el lugar que debiera tener.
Siempre este tema ha quedado relegado por otros sin advertirse que los más graves problemas del país ,todos,
absolutamente todos, nos remiten en sus causas a la falta de educación y a la necesidad de establecer una gran
reforma educativa.
A veces da la impresión que se subestima su importancia o que es aburrido hablar de educación pero sería
bueno que miremos a nuestro alrededor y observemos cuales son las sociedades
que progresan y tienen mejor calidad de vida de sus habitantes.
Privarle a un chico de educación es algo así como recortarle el
horizonte de sus posibilidades, como cortarle las alas antes de que pueda echar
vuelo.
La falta de educación daña no solo a
quien no la reciba sino también por consecuencia daña a todo el país.
Festejar es bueno pero vivir como si todo el año fuera carnaval es
irreal y malicioso.
Desde chicos se debe crear una disciplina de estudio para que de grandes
continúen con una cultura del trabajo y del esfuerzo pues nada nos debe venir
de regalo sino que debemos todos debemos ganarlo con nuestro mérito y
dedicación.
¿Festejamos para olvidar?
¿Festejamos para no ver ? ¿Festejamos para no asumir?
Son preguntas que también debemos plantearnos como sociedad.
María Cecilia Repetto
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