LA PUREZA DEL SUFRAGIO
La sanción de la ley Saenz Peña en el año 1912 representó un avance en la consolidación del sistema
democrático al establecer el voto popular,
secreto y obligatorio.
Con ella parecían haber quedado atrás el fraude y la violencia que garantizaban la permanencia en el poder de
una minoría autoritaria que gobernaba a
espaldas de los sectores más
desprotegidos que no tenían voz ni voto.
Pocos países antes de 1914, afirma Natalio Botana, constituían repúblicas formales (Estados Unidos, Francia,
Suiza) La mayoría de las naciones eran monarquías en las que se aplicaba el
voto censitario que exige al
ciudadano poseer ciertos bienes para poder sufragar.
Pero la tendencia más moderna apuntaba
a abolir tales requisitos como se había hecho en España donde se instalaron formas limpias de sufragio
y el gobierno de Saenz Peña se inspiró
en el modelo español.
Esta primavera democrática, sin embargo, no tuvo demasiada eficacia en el tiempo.
Luego de la Revolución del 1.930
sucesivos gobiernos se encargaron de transgredirla .Volvieron la década
del fraude y el consiguiente retroceso
de los hábitos cívicos de nuestro país.
La primera de estas violaciones se perpetró después de las elecciones bonaerenses
del 5 de abril de 1.931 en donde el Presidente Uriburu ante el indudable triunfo radical anuló la elección.
A partir de esa experiencia y desde las elecciones generales de
noviembre de 1931 en los cuales la fórmula radical fue proscripta el oficialismo comenzó a utilizar el fraude
como mecanismo que evitaba el acceso de los opositores al poder .El presidente
Justo llegaría al poder dentro de este contexto.
En esta época el sistema se vio inundado de trampas y violencia: Se secuestraban libretas, se
agredía y expulsaba a los fiscales de la
oposición, se falsificaban las actas, se sustituían urnas.
Un ejemplo de ello fue la
elección de Manuel Antonio Fresco para la gobernación de Buenos Aires en
1.935.Esta época es conocida con el calificativo de Fraude Patriótico.
Según los conservadores y antipersonalistas este era el modo de evitar que llegaran al poder las masas que ignorantes se dejaban manipular por demagogos que hacían mal uso de la cosa pública.
Una situación de estas características se repitió en 1.937 cuando asume
la presidencia de la nación la fórmula
oficialista integrada por Roberto Ortiz
–Ramón Castillo.
No obstante, ni bien asumido el
cargo , el nuevo presidente ,incómodo
con la fuente y naturaleza de su poder se empeñó en modificar ese pecado de origen encarando para ello un proceso de
restauración de las normas democráticas
elementales .Esta actitud hizo que lo compararan con Roque Saenz
Peña quien también había llegado al
poder con elecciones fraudulentas para
después desmontar un sistema político corrupto .
Los hechos ocurridos recientemente en las elecciones de la provincia de
Tucumán nos han hecho recordar prácticas que parecían superadas en nuestro país
después de más de treinta años de ejercicio democrático ininterrumpido.
En estos días las numerosas denuncias de irregularidades en el acto eleccionario
de Tucumán han encendido una señal de
alarma acerca de la fragilidad de un sistema electoral que debe ser revisado pues pone en peligro la solidez de nuestra democracia.
Es una decisión de los argentinos pero en especial de la clase política
impulsar los cambios necesarios para afrontar la próxima elección presidencial
en un marco de legalidad y transparencia.
Desde la sanción de la Ley Saenz Peña
hasta hoy se ha avanzado mucho en
tecnología, en informática y en herramientas que aportarían mecanismos más eficientes más rápidos, más transparentes
a la hora de votar.
Propiciar una reforma electoral para ponerla en práctica el
próximo 25 de octubre es imposible pues no
daría el tiempo para poder realizarla .No
obstante ello, hay procedimientos de emergencia que podrían contrarrestar los déficit
del sistema de votación en los comicios que se llevarán a cabo en el mes de
octubre.
De todas las propuestas que se han aportado estos días la Cámara
Nacional Electoral analiza la
posibilidad de instrumentar la boleta única complementaria para los caso en los que el votante reporte a
las autoridades de mesa ausencia de
boletas de una o más listas en el cuarto oscuro.
Por otro lado las principales fuerzas de la oposición están trabajando en un acuerdo de
colaboración interpartidario para que en
cada votación haya fiscales repositores con boletas de todos los partidos.
También sería beneficioso profundizar la capacitación de las
autoridades de mesa y asegurar su presencia el día de la votación y además
acercar información clara al votante
sobre la oferta electoral.
Esto último se vuelve muy complejo en algunas provincias donde el
sistema de acople, como el de Tucumán o
La Rioja, estimula la proliferación de partidos que cuelgan sus listas
de legisladores e intendentes debajo de la boleta de los candidatos principales generando
confusión.
Durante la década del 30 la ley Saenz Peña estaba vigente pero eran sus
representantes con la complicidad de un parte de sociedad civil quienes
consentían su transgresión.
Lo ocurrido en Tucumán es un llamado de atención a la ciudadanía a no
retroceder a la época de las prácticas
fraudulentas que han opacado nuestra
historia.
No basta con perfeccionar el mecanismo electoral si no existe
conciencia cívica por respetar las leyes, por eliminar de raíz la corrupción estatal,
el feudalismo arraigado en muchas provincias del interior y el clientelismo que
mantiene cautivos a las clases pobres.
Por esta razón una reforma electoral bien planteada debe ir acompañada
por una revolución educativa que es la
herramienta más eficaz que se ha inventado para liberar al hombre y combatir los ardides de
la política.
María Cecilia Repetto
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