miércoles, 16 de septiembre de 2015


UN MUNDO SIN ARMAS NUCLEARES

A SETENTA AÑOS DE HIROSHIMA

 

El 6 de agosto pasado se cumplió un nuevo aniversario  del  día en que se arrojó la primera bomba atómica sobre la localidad japonesa  de Hiroshima.

Tres días después, el 9 de agosto de 1.945, le tocaría el  infortunio a la población de Nagasaki.

Han pasado setenta años desde aquella trágica mañana de agosto y pese al tiempo transcurrido las heridas causadas no pueden borrarse  de la memoria colectiva.

La magnitud de sus consecuencias, a la manera de una marca de fuego, provocaron  una vuelta de página en la historia de la humanidad, el inicio de la era atómica.

Desde entonces se habló de un antes y un después de la bomba atómica.

La detonación de aquel infame artefacto de exterminio humano  fue  una clara demostración de que en el hombre habitan pulsiones destructivas tan intensas que incluso pueden superar a la de otros seres vivos, que el hombre  puede ser en ocasiones  más cruel que los lobos  y poner en riesgo la especie.

Pero además, a partir de la bomba atómica quedó también demostrado que el  hombre es capaz de destruir el planeta a través de los arsenales atómicos  acumulados en diversos países.

La historia de Hiroshima y Nagasaki aún permanece viva en el recuerdo de decenas de hibakusha, sobrevivientes del bombardeo  :

El seis de agosto de 1.945  a las 8 y 15 de la mañana el bombardero B-29 al que se le puso el nombre Enola Gay, nombre de la madre del piloto  Paul Tibbets ,  lanzó sobre Hiroshima una bomba de uranio a la que se  denominó “Litlle Boy “.

Según relatos de alguna de sus víctimas, un ruido ensordecedor marcó el instante de la explosión, seguido de un resplandor  que iluminó el cielo.

En minutos, una columna de humo color gris –morado ,con un corazón de fuego de una temperatura aproximada de 4000° C se convirtió en un hongo atómico de un Km. de altura.

Se estima que 140.000 personas murieron tras el estallido de la bomba atómica  en la ciudad de Hiroshima que por ese entonces tenía 350.000 habitantes.

Tres días después otra bomba en Nagasaki  mató a  80.000  personas.

La gran mayoría de los habitantes de ambas ciudades estuvieron expuestos a la lluvia radioactiva y las consecuencias de esta exposición sobre sus cuerpos no fueron perceptibles de inmediato pero las secuelas fueron gravísimas.

Sin embargo, los efectos del bombardeo no fueron iguales.

La situación geográfica  de cada lugar influyó sobre el grado de destrucción.

En Hiroshima, emplazada sobre un valle, las olas de fuego se expandieron más rápidamente que en Nagasaki donde su relieve montañoso  contuvo la expansión de la destrucción.

Dos kilómetros a la redonda de donde explotaron las bombas la catástrofe fue absoluta: el fuego y el calor mataron instantáneamente a miles de seres humanos, plantas y animales.

En esta zona  no permaneció en pie ni una sola edificación  y se quemaron las estructuras de acero  de los edificios en concreto.

Las tejas de barro de las casas se derritieron. Las casas de madera ardieron en llamas  pero la gran tragedia fue la gran cantidad de pérdidas de vidas humanas.

Científicos han confirmado que la temperatura había alcanzado los 50 millones de grados centígrados en la zona de impacto y 1800 grados a una distancia de dos kilómetros.

¿Era necesario el uso de estos fatídicos artefactos para poner fin a una   guerra?

El presidente norteamericano Harry  Truman fue quien  tomó la decisión de lanzar la bomba atómica sobre Japón.

Tanto Truman como el aparato militar y gubernamental alegaron que el uso de la misma ayudó a salvar miles de vidas que se hubieran perdido si la guerra hubiera continuado durante más tiempo.

Es cierto que a pocos días de haberse arrojado la segunda bomba atómica sobre Nagasaki, Japón se rendía  y se ponía fin a la Segunda Guerra Mundial  hecho ocurrido el 15 de agosto de 1.945.

Es verdad también que el uso de la bomba sirvió para demostrar los enormes efectos disuasivos  del poderío militar  de EEUU especialmente  ante la Unión Soviética para que pusieran freno a sus posibles planes de expansión en Europa del Este.

No obstante   , los argumentos  del “Mal Menor “esgrimidos por EEUU para justificar el uso de armas nucleares son muy cuestionados.

Para muchos  la rendición japonesa hubiera podido conseguirse sin recurrir a ellas  .Por otro lado ,en la opinión de algunos historiadores , antes de la detonación de Hiroshima, Japón ya estaba buscando desesperadamente un camino hacia la rendición y para ello había buscado incluso la intermediación de la Unión Soviética, con la que había suscrito un tratado de neutralidad años antes.

Y lo más  grave ¿El uso de armas o estrategias que no discriminan entre combatientes y civiles por parte de EE.UU no constituye  un crimen de guerra?

Han pasado sesenta años y aún ese dolor no ha podido transformarse en una enseñanza para preservar la paz y promover el desarme nuclear.

Los habitantes de Hiroshima conmemoraron con tristeza el 70 aniversario del primer ataque de la bomba atómica.  Durante la ceremonia, el primer ministro japonés Shinzo Abe renovó ante la presencia de 55000 personas  el compromiso de su país  de trabajar para conseguir  un mundo sin armas nucleares e hizo un llamamiento a la paz mundial .Ojalá sea escuchado.

Se estima que  en la actualidad hay todavía 15.850 armas nucleares. La mayor parte de ellas están en manos de Rusia (7500) y de Estados Unidos (7260). A gran distancia les siguen China (260), Paquistán (entre 100 y 200) y la India (entre 90 y 110).

Los recientes encuentros entre EEUU e Irán para alcanzar un acuerdo de desarme abren una ventana de esperanza  para la humanidad. Si se llegara a un acuerdo sería el mayor paso hacia la reconciliación de Irán y Occidente desde la Revolución Islámica de 1979.

No obstante, la lentitud  de  las negociaciones que se están llevando a cabo nos hace pensar que  todavía falta mucho para que el mundo reciba la noticia de que se ha alcanzado por fin ese   objetivo.

                                                                                                         María Cecilia Repetto

 

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