UN MUNDO SIN ARMAS NUCLEARES
A SETENTA AÑOS DE HIROSHIMA
El 6 de agosto pasado se cumplió un nuevo aniversario del
día en que se arrojó la primera bomba atómica sobre la localidad
japonesa de Hiroshima.
Tres días después, el 9 de agosto de 1.945, le tocaría el infortunio a la población de Nagasaki.
Han pasado setenta años desde aquella trágica mañana de agosto y pese
al tiempo transcurrido las heridas causadas no pueden borrarse de la memoria colectiva.
La magnitud de sus consecuencias, a la manera de una marca de fuego, provocaron
una vuelta de página en la historia de
la humanidad, el inicio de la era atómica.
Desde entonces se habló de un antes y un después de la bomba atómica.
La detonación de aquel infame artefacto de exterminio humano fue
una clara demostración de que en el hombre habitan pulsiones
destructivas tan intensas que incluso pueden superar a la de otros seres vivos,
que el hombre puede ser en ocasiones más cruel que los lobos y poner en riesgo la especie.
Pero además, a partir de la bomba atómica quedó también demostrado que
el hombre es capaz de destruir el
planeta a través de los arsenales atómicos
acumulados en diversos países.
La historia de Hiroshima y Nagasaki aún permanece viva en el recuerdo
de decenas de hibakusha, sobrevivientes del bombardeo :
El seis de agosto de 1.945 a las
8 y 15 de la mañana el bombardero B-29 al que se le puso el nombre Enola Gay, nombre
de la madre del piloto Paul Tibbets , lanzó sobre Hiroshima una bomba de uranio a la
que se denominó “Litlle Boy “.
Según relatos de alguna de sus víctimas, un ruido ensordecedor marcó el
instante de la explosión, seguido de un resplandor que iluminó el cielo.
En minutos, una columna de humo color gris –morado ,con un corazón de
fuego de una temperatura aproximada de 4000° C se convirtió en un hongo atómico
de un Km. de altura.
Se estima que 140.000 personas murieron tras el estallido de la bomba
atómica en la ciudad de Hiroshima que
por ese entonces tenía 350.000 habitantes.
Tres días después otra bomba en Nagasaki mató a
80.000 personas.
La gran mayoría de los habitantes de ambas ciudades estuvieron
expuestos a la lluvia radioactiva y las consecuencias de esta exposición sobre
sus cuerpos no fueron perceptibles de inmediato pero las secuelas fueron gravísimas.
Sin embargo, los efectos del bombardeo no fueron iguales.
La situación geográfica de cada
lugar influyó sobre el grado de destrucción.
En Hiroshima, emplazada sobre un valle, las olas de fuego se
expandieron más rápidamente que en Nagasaki donde su relieve montañoso contuvo la expansión de la destrucción.
Dos kilómetros a la redonda de donde explotaron las bombas la
catástrofe fue absoluta: el fuego y el calor mataron instantáneamente a miles
de seres humanos, plantas y animales.
En esta zona no permaneció en
pie ni una sola edificación y se
quemaron las estructuras de acero de los
edificios en concreto.
Las tejas de barro de las casas se derritieron. Las casas de madera
ardieron en llamas pero la gran tragedia
fue la gran cantidad de pérdidas de vidas humanas.
Científicos han confirmado que la temperatura había alcanzado los 50
millones de grados centígrados en la zona de impacto y 1800 grados a una
distancia de dos kilómetros.
¿Era necesario el uso de estos fatídicos artefactos para poner fin a
una guerra?
El presidente norteamericano Harry
Truman fue quien tomó la decisión
de lanzar la bomba atómica sobre Japón.
Tanto Truman como el aparato militar y gubernamental alegaron que el
uso de la misma ayudó a salvar miles de vidas que se hubieran perdido si la
guerra hubiera continuado durante más tiempo.
Es cierto que a pocos días de haberse arrojado la segunda bomba atómica
sobre Nagasaki, Japón se rendía y se
ponía fin a la Segunda Guerra Mundial
hecho ocurrido el 15 de agosto de 1.945.
Es verdad también que el uso de la bomba sirvió para demostrar los
enormes efectos disuasivos del poderío
militar de EEUU especialmente ante la Unión Soviética para que pusieran
freno a sus posibles planes de expansión en Europa del Este.
No obstante , los argumentos del “Mal Menor “esgrimidos por EEUU para
justificar el uso de armas nucleares son muy cuestionados.
Para muchos la rendición
japonesa hubiera podido conseguirse sin recurrir a ellas .Por otro lado ,en la opinión de algunos
historiadores , antes de la detonación de Hiroshima, Japón ya estaba buscando
desesperadamente un camino hacia la rendición y para ello había buscado incluso
la intermediación de la Unión Soviética, con la que había suscrito un tratado
de neutralidad años antes.
Y lo más grave ¿El uso de armas
o estrategias que no discriminan entre combatientes y civiles por parte de
EE.UU no constituye un crimen de guerra?
Han pasado sesenta años y aún ese dolor no ha podido transformarse en una
enseñanza para preservar la paz y promover el desarme nuclear.
Los habitantes de Hiroshima conmemoraron con tristeza el 70 aniversario
del primer ataque de la bomba atómica. Durante la ceremonia, el primer ministro
japonés Shinzo Abe renovó ante la presencia de 55000 personas el compromiso de su país de trabajar para conseguir un mundo sin armas nucleares e hizo un
llamamiento a la paz mundial .Ojalá sea escuchado.
Se estima que en la actualidad
hay todavía 15.850 armas nucleares. La mayor parte de ellas están en manos de
Rusia (7500) y de Estados Unidos (7260). A gran distancia les siguen China
(260), Paquistán (entre 100 y 200) y la India (entre 90 y 110).
Los recientes encuentros entre EEUU e Irán para alcanzar un acuerdo de
desarme abren una ventana de esperanza para la humanidad. Si se llegara a un acuerdo
sería el mayor paso hacia la reconciliación de Irán y Occidente desde la
Revolución Islámica de 1979.
No obstante, la lentitud de las negociaciones que se están llevando a
cabo nos hace pensar que todavía falta
mucho para que el mundo reciba la noticia de que se ha alcanzado por fin
ese objetivo.
María Cecilia Repetto
No hay comentarios.:
Publicar un comentario