EL OTRO FLEURY
Yo creía que Fleury había uno solo , que se llamaba Abel y que en su homenaje
cada año se realizaba en Dolores la Fiesta Nacional de la Guitarra.
Pero admito que estaba
equivocada pues antes que él , algunos siglos antes , había existido otro Fleury
con una historia tan distinta a la del “nuestro “ que podría afirmar que uno
y otro solo tuvieron en común el apellido .
Yo tomé conocimiento de
esta circunstancia hace algún tiempo casi por casualidad : Habrán visto que en muchas plazas , clubes , edificios públicos o veredas de cualquier lugar del mundo es común
encontrarse con placas de
piedra ,bronce o de algún metal resistente al tiempo ,que suelen colocar con buen tino las autoridades de un
pueblo ,comisiones de clubes o asociaciones culturales en recuerdo
de algún personaje destacado o bien para perpetuar en la memoria colectiva
algún acontecimiento importante de esa comunidad .
Placas recordatorias ,así
les llaman, que se ponen con buenas intenciones
pero que a decir verdad casi nadie las mira pues el común de la gente pasa frente a ellas a paso apurado ,ensimismado en sus asuntos y salvo los turistas o curiosos de la historia , el resto o sea la mayoría no presta atención de lo
que hay escrito en ellas.
Y no viene al caso aquí
ponerme a analizar los motivos de estas conductas sociales , llámele
indiferencia, descortesía o simple distracción , lo concreto es que no rebajan en modo alguno el alto valor recordatorio y testimonial que poseen pues al
igual que los monumentos, bustos o panteones sirven para perpetuar en la memoria hechos destacadas de
la historia de la humanidad.
Así lo pude comprobar yo
cierta vez mientras hacía una visita guiada
por el Archivo General de Indias en
Sevilla.
En una de sus amplios
corredores atrajo mi vista una placa de granito oscuro en donde
sobresalían en letras doradas un nombre que me resultaba familiar : JEAN FLEURY
y lo que decía después me sorprendió mucho más El Primer Pirata , ah ¡ esta no la
sabía me dije para mis adentros …
Con mi curiosidad
encendida luego averigüé que el Jean Fleury al que hacía referencia aquella piedra había sido un corsario nacido en Italia cerca de
Florencia en el año 1485 .
Pero no era un pirata
cualquiera pues a lo largo de su vida había conseguido una auténtica proeza.
Este Fleury, de
profesión pirata, en el año 1521 asalta en las islas Azores la flota de Hernán Cortés que trasladaba el tesoro
de Moctezuma , apoderándose de dos galeones
que contenían oro ,plata y joyas con destino a la corona de España.
Como si fuera escaso el
botín también se hizo de la cartografía
secreta española para la navegación por las
Indias Occidentales que para los europeos tenía un valor inapreciable pues constituía la herramienta
básica para conquistar tierras desconocidas.
Jean Fleury fue
considerado desde entonces el primer pirata al asedio de las embarcaciones
procedentes de América y de acuerdo a
sus propias confesiones llegó a atacar más de ciento cincuenta naves.
Durante cinco años
operó entre la península y las islas Canarias hasta que cuatro navíos vizcaínos
lo capturaron y llevaron a la Casa de Contratación en Sevilla .
Allí el rey Carlos I le aplicó la pena máxima , ordenó que fuera
ejecutado y luego colgado como escarmiento en el puerto del Pico en Colmenar de
Arenas .
Uno muchas veces piensa
erróneamente que la fama o el prestigio
le conceden a la persona una suerte exclusividad en el uso del apellido.
Por lo visto me
equivocaba pues como les he contado antes que nuestro reconocido guitarrista había
pasado por el mundo otro Fleury protagonista de una historia de saqueos y
corsarios que causó más de un dolor de
cabeza a la corona española .
Ahora bien ,el
cuestionamiento que se estará haciendo el lector si me ha acompañado hasta el
final de la columna es si solo “El otro Fleury “ merece ser llamado pirata o si también deberían llevar este mote
los denominados conquistadores.
Lo dejo para su
reflexión individual , desarrollarlo ahora daría para una extensa polémica,
solo recordar lo que decía Enrique de Gandía : “La nación colonizadora
echó sus semillas ,malas y buenas, nos dejó sus sombras profundas y sus luces radiantes …”
Una de esas luces radiantes es la que aún se enciende
cada vez que se escucha la guitarra de nuestro Fleury , un aspecto positivo de aquello que llamamos la diversidad cultural de América.
María
Cecilia Repetto
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