EL DIA
DESPUES
Las fiestas del fin de año pasaron tan
rápido, casi sin darnos cuenta y pensar que llevan tanto preparativo.....
Ya desde los primeros días de
diciembre empieza el trabajo de buscar los lugares donde quedaron arbolito de
Navidad ,las luces y pesebre el año
anterior.Así como esta ,se multiplican las tareas de las que hay que ocuparse
cada día.
Pese a la alegría que producen
los festejos de fin de Año,para nuestra vecina
,sin embargo, pasaron “Por Fin”.
Respiró una suerte de alivio y sensación de “misión cumplida”al culminarse ,aunque luego
rectificó su comprensible pensamiento.
Sucede que las fiestas de fin de año se realizan por tradición en su casa y estuvo muy
atareada toda la semana anterior con su organización ,tuvo que conseguir sillas ya que no le alcanzaban para todos ,acomodar el patio por si la noche
era linda y se decidia cenar allí, obviamente preparar la comida , comprar las bebidas y con este calor el cúmulo de estas tareas se
vuelve bastante pesado.
No sé porque motivo pero esta
última reunión la tomó más cansada y con menos entusiasmo que en años anteriores.
Después del asado y del
brindis de las doce, todos los invitados
salieron a festejar el año nuevo y la dejaron en la más completa
soledad, bueno ,en realidad no tan sola
sino acompañada por una torre de platos
y copas que la tuvieron entretenida casi
hasta la hora de abrirle la puerta al perro al que se le ocurre salir siempre a
la salida del sol.
Sin embargo, ese
silencio mezclado con la espuma del
detergente y la tenue caída del agua , la hicieron olvidar por un rato la triste realidad del ama de casa .
Meditó largo rato sobre la
importancia de esas reuniones donde
se afianzan los vínculos y conservan eso
que se llama las tradiciones familiares tan recordadas y atesoradas cuando
somos grandes.
Revalorizó el sentido de las fiestas ,pensó que la
posibilidad de juntar su gente para festejar
justificaba todo su trabajo de días anteriores y se prometió asimisma
que el próximo fin de año reuniría de nuevo a todos en su casa.,incluso al
fatal de su cuñado.
Así reconfortada
interiormente, luego de limpiar hasta el último plato vio que el día ya se
aproximaba, y que no valía la pena
recostarse pues el aire olía de
una manera especial mezcla del perfume del
tilo en diciembre con tierra húmeda.
Y salió a caminar.
Salió solita a dar un paseo
por la ciudad, cuando todos ya estaban en el mejor de los sueños.
Eran las siete de la mañana del primero de enero del 2.015.
Tuvo que pasar fin de siglo
para que esta vecina descubriera que vive en una ciudad especial, una ciudad donde los teros
vuelan atravesando la plaza todas las mañanas con total parsimonia.
Descubrió la cándida
belleza de su Dolores , de esa que no encandila que no apabulla ni atropella con sus encantos.
Vio que su ciudad natal
conserva por suerte su
fisonomía de casas bajas y deseó que no cambiara nunca que quedara con
sus aires de pueblo tranquilo ,de vecinos sentados en la vereda en las tardes
calurosas y de corsos tristones en los finales de marzo.
María
Cecilia Repetto
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