LA ACCION CIUDADANA EN LA LUCHA CONTRA LA
CORRUPCION
La corrupción
política es un flagelo que en mayor o menor medida afecta a
todos los países del mundo.
Pero las estadísticas
demuestran que la combaten más y toleran menos los ciudadanos de naciones con mejor nivel de educación.
Quiere decir que los índices de corrupción descienden en los países más desarrollados con una
composición ciudadana
involucrada en la transparencia y buen funcionamiento de
sus instituciones.
La indignación, la intolerancia de la población frente a un hecho de corrupción por sí mismos no
solucionan nada.
Sin embargo , actúan como
una fuerza capaz de contrarrestarla al exigir a los organismos de control y a los
funcionarios competentes a investigar y condenar eventualmente a quien se
vea involucrado en un delito de esta naturaleza.
En cambio ,cuando gana la resignación, el acostumbramiento o la pasividad frente a hechos que atacan los intereses de la “res pública” las consecuencias son muy graves pues destruyen las bases donde se asienta la democracia.
A lo largo de la historia los argentinos han mantenido una actitud más bien indulgente con respecto a las denuncias de corrupción
de sus dirigentes políticos que han
quedado expresadas en frases como el “Roba
pero hace” o justificadas como una
variante de la viveza criolla.
Las faltas a la moral pública por parte de los funcionarios nunca han constituido una ofensa grave entre los argentinos porque no se
la percibe como un ataque
personal sino como algo ajeno o
que no lo afecta directamente.
Ello es así porque lo que no se alcanza a advertir, muchas veces por ignorancia o por tratarse de una práctica arraigada a nuestra idiosincrasia (mal que
nos pese) que el saqueo de las arcas públicas es el más
deplorable de los delitos pues vulnera
derechos humanos, acentúa la desigualdad social y afecta el desarrollo de la
población.
Es diferente la actitud que suelen exhibir los ciudadanos de otros países que ponen el grito en el cielo cuando se enteran
que algún gobernante ha metido manos en
la lata o que ha engordado su bolsillo a
partir de negociados realizados en el ejercicio de la función pública.
Hay países donde la
corrupción está mal vista por la clase
política en su conjunto .Uruguay y Chile
son ejemplos cercanos
Sin ser Finlandia, considerado como uno de los países con más bajo nivel de corrupción y sin analfabetismo,
el pueblo español en varias ocasiones ha
demostrado unidad de criterios a la hora
de expresar su rechazo con este tipo de conductas aún por encima de su filiación política.
Una muestra de ello se planteó hace algunos días
cuando uno de sus principales
referentes políticos de Cataluña
de nombre Jordi Pujol confesó públicamente
haber ocultado su fortuna en
paraísos fiscales durante 34 años.
Además del enojo de los catalanes quienes se han sentido
estafados en su confianza, los
principales diarios de España se han
ocupado casi en forma excluyente de este escándalo al cual consideran un agravio a la democracia española.
Sin embargo en Argentina la actitud es bastante diferente, no es un problema prioritario
para la clase política ni tampoco
le desvela el sueño a la población.
Se agrava esta situación por la debilidad del poder judicial generando
la sensación de que quienes están protegidos por el poder de turno gozan
de la impunidad para hacer y deshacer negocios con los recursos públicos.
Hay muchas circunstancias que favorecen el surgimiento de la
corrupción. Una de ellas es la falta de
rendición de cuentas, la excesiva discrecionalidad de muchas autoridades para
tomar decisiones, la designación de funcionarios por amiguismo político, etc.
Avanzar en la transparencia es un antídoto poderoso y una
de las maneras de conseguirlo es facilitando al ciudadano el acceso a la
información pública pero debe complementarse con otras normas, por
ejemplo, con el deber de abstención de los funcionarios en aquello en lo tienen
un interés particular, un mayor control sobre todo lo que tiene que ver con
tráfico de influencias y con negociaciones incompatibles con la función
pública.
Tomar conciencia significa, en definitiva, advertir que la
corrupción es un flagelo que afecta
directamente en la calidad de vida de la población y en la existencia misma de las instituciones que nos
constituyen como República.
Necesitamos terminar con este mal que devora miles de
millones de pesos que podrían solucionar muchos de los problemas crónicos que
tenemos.
La acción ciudadana es fundamental en esta cruzada .La forma
de hacerlo es eligiendo a representantes probos
que se comprometan firmemente a luchar contra
este flagelo en caso de llegar al poder.
María Cecilia Repetto
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