EL PERIODISMO EN SU JUSTO EQUILIBRIO
Es difícil pensar
hoy en un mundo sin periodistas .Sin
esos seres de mirada curiosa y actitud inquieta que se ocupan de informar a la gente las novedades que ocurren en el mundo .
Su importancia ha ido en aumento en las sociedades
organizadas al punto que se considera que la salud de una democracia depende en gran parte de la salud del
periodismo.
Lo tuvo muy claro Mariano Moreno
cuando fundó la Gazeta de Buenos Ayres,
el primer diario que tuvo nuestra patria a través del cual se difundían las
noticias sobre los acontecimientos
políticos que sucedían desde la
formación de la Primera Junta en 1.810.
Compartía las mismas convicciones nuestro prócer Manuel Belgrano quien incursionó desde muy joven en la actividad periodística, una de sus
actividades menos conocidas pero muy importantes donde volcó sus ideas
políticas aún antes de producirse la Revolución de Mayo.
La pluralidad de los medios de comunicación es indispensable en un sistema democrático.
Este principio, sobre el que hoy coinciden todos los países del mundo,
ha sido, sin embargo, resultado de un largo proceso histórico.
En 1789, la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre daba los
primeros pasos al reconocer el derecho fundamental a la libre expresión. Casi
dos siglos más tarde la Declaración Universal de los Derechos del Hombre,
aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1948, daba el
paso final al agregar el derecho a ser informado.
En los países con gobiernos autoritarios la libertad de prensa
está controlada para que no se difundan
opiniones críticas que pongan en riesgo
la supervivencia en el poder de la élite gobernante.
En el siglo XXI la aparición de
las redes sociales le dio a la actividad
periodística un ritmo ágil y de contrapunto.
Hoy en día la opinión de un periodista
expresada en un medio de comunicación oral o escrito recibe de inmediato el
comentario de un lector, oyente que interactúa
con él y con otras personas a través de las redes sociales.
Por lo que ya no puede pensarse en un periodista como alguien que ejerce una
actividad desde la soledad de su escritorio
sino como alguien que trabaja con las ventanas abiertas para dialogar con la gente.
Se eleva de esta manera la exigencia de precisión en la información puesto que todo puede ser fácilmente confrontado con una imagen o testimonio que
avala o desvirtúa lo que se está afirmando a través de los medios de comunicación.
El reconocimiento social del periodista en los países republicanos y su incidencia en la construcción de la agenda
pública ha llevado a equipararlos en importancia a los tres poderes del Estado y a designarlo como “El cuarto Poder “.
Un emblema de la libertad de expresión
fue la carta que publicó
Emile Zolá dirigida al presidente de Francia en 1.898 en el
Diario La Aurora de París titulada “ J ´Acusse” (Yo acuso ) donde denunció la injusta persecución al oficial
judío Alfred Dreyfus acusado de traición y que es considerada aún en la
actualidad como un ejemplo del
compromiso del periodismo independiente
en cuanto tribuna de defensa de los derechos cívicos .
Ahora bien, si el excesivo
protagonismo del periodismo en la agenda
pública podría interpretarse como un síntoma de decepción social, es una
pregunta que también debemos plantearnos.
En nuestro país, por ejemplo, la velocidad con que se ventila una investigación periodística se contrapone con la lentitud de los procesos judiciales para dar con la
verdad frente a un ilícito y ello justifica la actitud que adoptan muchas
personas que frente a un delito optan por denunciarlo primero ante un medio de
comunicación porque confían más en ellos que en las instituciones del Estado.
Pero además la gente les cree
más a los periodistas que a sus dirigentes políticos o a los miembros del
poder judicial, siente que hay mayor cercanía, comprensión de
la realidad y que son más creíbles.
No existen dudas que el periodismo influye y crea la
agenda pública pero no puede sustituir al Estado ni asumir funciones que no le corresponden.
Su poder consiste en hacer,
modelar, en esclarecer la opinión pública con libertad y responsabilidad.
Si la salud de la democracia
depende de la salud del periodismo, hay que agregar también que su fortaleza
depende del equilibrio de poderes y del buen funcionamiento de las instituciones.
María Cecilia Repetto
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