EN POLITICA NO TODO ES CUESTION
DE IMAGEN
En
períodos prelectorales como el que hemos comenzado a transitar una sensación de cansancio se suele
apoderar entre la gente a medida que transcurren
los días .
La causa no tiene que ver con el saludable ejercicio democrático del
cual todos se complacen en participar sino con la saturación que produce la propaganda
proselitista que las distintas fuerzas
políticas despliegan con el fin de
atraer la atención de los votantes .
Es importante en este período que
los candidatos se den a conocer a través
de los diferentes medios de comunicación o redes sociales, que expresen sus ideas y que expliquen a la sociedad cuáles son sus proyectos
para el caso de ser elegidos.
El problema es que nuestro país cuenta
con una larga trayectoria de políticos que después de ganar las elecciones y al asumir sus funciones se olvidan lo que habían prometido o hacen exactamente lo contrario a lo que proponían o hacen
uso del cargo en beneficio propio en vez de trabajar por el bien común que decían defender y este
comportamiento tan reiterado ha puesto
en tela de juicio la credibilidad de la clase política argentina
.
Si a esto le sumamos los innumerables casos de corrupción que día a día
se descubren con la consabida impunidad de sus actores por
debilidad o complicidad de la justicia y la evidencia del enriquecimiento que a muchos funcionarios les ha proporcionado su
paso por la esfera pública torna
comprensible la actitud recelosa de la
ciudadanía frente a los candidatos.
Los asesores de imagen son esos nuevos personajes que han adquirido
notoriedad y prestigio en la sociedad
moderna en donde más importante que ser es parecer.
¿Será que con su arte se pretende
contrarrestar todo lo malo que el
“Ser Político “supone.?
Hoy en día es indispensable que el candidato antes de presentarse en sociedad pase por el cedazo de
un experto en imágenes que le enseñe las técnicas adecuadas sobre cómo hablar, qué decir, qué callar, que costado
mostrar y cual otro ocultar para tener éxito en las arenas políticas.
Cae por su propio peso que la espontaneidad ha pasado a ser un bien en desuso porque ningún sonido debe
pronunciar un dirigente político –mucho menos si se trata
de un candidato en plena campaña- sin la
medición previa de su conveniencia .
En este nuevo escenario electoral de música pegadiza , lluvia de papelitos de
colores que hacen juego a los libretos que los producidos candidatos memorizan a la
perfección , una especie de nostalgia remueve
el alma de los votantes hacia aquellos políticos con ideas propias que
decían palabras salidas de sus cabezas inspiradas en sueños de progreso y justicia.
Lo que hoy vemos en abundancia ,sin
embargo , son fuegos de artificio y discursos
baldíos que nada nuevo aportan más que el aburrimiento de
escucharlos.
Así llegará indefectiblemente el
día de las elecciones donde un gran porcentaje de la gente votará por descarte
en vez de por convicción y seguirá
pensando en su fuero intimo que todos los políticos son iguales, que cuando
llegan a donde querían se olvidan de la gente y que solo piensan en escalar a
la cima del poder como un objetivo
personal.
El descreimiento del ciudadano frente a sus dirigentes políticos responde a fallas muy serias que
debemos remover porque el problema no es
solo la falta de renovación de la dirigencia o que los candidatos se preparen como artistas
para una función de teatro, el problema es la mediocridad de la clase política
argentina y su falta de ideas que despierten el deseo de apoyarlas en forma colectiva.
Y esa es la gran diferencia de lo que pasó en la Argentina en el año
1983 cuando ganó Alfonsín o si nos atrevemos a remontarnos en el tiempo
para ir a los comienzos de la historia de nuestra patria, cuando en 1.810 un grupo de iluminados
plantearon un proyecto ambicioso que proponía cambiar todas las estructuras sociales, políticas y económicas que en ese
entonces regían.
La Argentina de hoy dispone del capital humano preparado para impulsar el crecimiento que todos
anhelamos .Solo nos hace falta decisión
para eliminar las vicios que han impedido hasta ahora el surgimiento de una clase política como la que el país se
merece ;gente honesta, capaz y decente , menos preocupada por la imagen y más ocupada
en alcanzar el progreso del país .
María Cecilia Repetto
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