sábado, 8 de agosto de 2009

EL EJEMPLO DE LA MAGNOLIA


EL EJEMPLO DE LA MAGNOLIA

Cuando mi hijo  era chico solía ir  a jugar los fines de semana  al campo de un amigo.

Los domingos   ,  al regresar  a casa  , volvía  deslumbrado por  el paisaje variopinto que formaba aquel bosque de árboles  gigantes y ramas que parecían querer abrazar el cielo , la laguna de patos y un silencio infinito  que solo interrumpían  los  pájaros  con sus odas a  la libertad.

Y tan grande era su fascinación que  luego pretendía reproducir en el reducido jardín de nuestra casa un escenario semejante al de aquel  paraíso terrenal.

Le explicábamos que por razones de espacio no era posible concretar su deseo pero era más fuerte su empeño y  como al descuido  fueron apareciendo,  primero uno luego otros , pequeños árboles frutales  y de otras especies desplazando hacia un sombrío rincón del patio  mis macetas  de  petunias   y cuanto arbusto se había colocado con fines de decoración.  

De todos los árboles que había visto en el campo de su amigo el que más admiración le causaba - y con motivos que pude constatar - era un imponente  árbol de magnolias  que en primavera desbordaba de hermosura con sus pomposas flores blancas.

Tanto le gustaba que   cierta vez   , contagiada por su entusiasmo,  le regalé una  planta  de magnolias.

En solemne ceremonia  un sábado por la tarde  la plantamos frente a su dormitorio. Casualidad o no   , en aquella oportunidad la planta  y mi hijo   medían exactamente lo mismo.

Desde entonces han transcurrido diez años y  el   , ahora   , “árbol de magnolias”   ha crecido tanto que por momentos parece que pretende tocar las nubes.

Desconozco , en verdad, cuál será su  destino  si continúa creciendo con tanto ímpetu,  por lo pronto es lo primero que  se observa  al abrir las ventanas  cada mañana.

Además , desde hace algunos años  , tiene la bondad de brindarnos sombra en verano y es el  sitio preferido  para leer el diario o dormir la siesta bajo su frondosa copa.

En cuanto a mi hijo ,  el dueño del árbol , cada tanto le hago acordar de aquel día memorable  y  le  digo ,aunque él  me  responda con un resoplido  ,que siga el ejemplo de la magnolia  ,que nunca deja de crecer y que intenta por lo que nos ha demostrado elevarse hasta  lo más  alto …

 

Esta  anécdota, que excepto como  recuerdo personal, es intrascendente  me ha venido a  la memoria al vincularla  con un tema que sí es  importante como es la educación de nuestros hijos  que hoy atraviesa un momento crítico.

Desde que un niño  nace   , primero sus padres   , luego sus maestros ,se ocupan de su formación con miras a conseguir en él una independencia futura .

Este proceso de crecimiento demanda paciencia   , dedicación y  responsabilidad mutua , tanto del que educa como el que recibe la educación. No es una tarea sencilla   , demanda tiempo, perseverancia , buenos ejemplos y nunca debe detenerse.

Educar implica una gran responsabilidad porque de  la calidad de la educación que se  brinde  dependerá el  futuro esa persona  .

Para ello  es importante contar con buenos maestros y profesores de manera que al egresar un alumno  del establecimiento educativo el título que se le otorgue sea una carta de presentación en el mercado laboral.

Esto trae aparejado la necesidad de jerarquizar la profesión del docente y otorgarle el prestigio que alguna vez tuvo dentro de nuestra sociedad.

En nuestro país la educación está en crisis porque no produce como resultado   el crecimiento del alumno con miras a su independencia y porque además no alcanza en números a abarcar  un  porcentaje óptimo de la población estudiantil.

Los niveles de aprendizajes han descendido  y son inquietantes  sus consecuencias:  abandono y deserción escolar .A los problemas  socioeconómicos que padecen muchos alumnos se añade el auge de la violencia y el asedio de las drogas que  influyen negativamente en la vida escolar.

Esta realidad constituye la más grave de  las injusticias   porque priva  de posibilidades de superación a los sectores sociales más desprotegidos.

Para dar fin a esta situación es necesario el  esfuerzo conjunto  de padres  y  maestros pero el  Estado  no debe soslayar su responsabilidad y  asumir sin más demoras ni excusas su deber de garantizar este servicio fundamental del cual depende el futuro de todo el país.

Si cada uno desde su ámbito de acción realiza su aporte ,  cada niño  tendrá la posibilidad de crecer  con la fuerza y el frenesí de la magnolia.

María Cecilia Repetto

 

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