miércoles, 11 de diciembre de 2013

A TREINTA AÑOS DE LA RECUPERACION DE LA DEMOCRACIA



TREINTA AÑOS DE UN  ACONTECIMIENTO INOLVIDABLE

 

Cuando Raúl  Alfonsín obtuvo el triunfo electoral el 30 de octubre de 1983 la emoción de los argentinos  excedió a la cuestión partidaria.

No se trataba de la victoria  de un partido político, triunfaba el pueblo argentino  y su deseo de dejar atrás los años oscuros de la dictadura.

Fue aquella una jornada única e  inolvidable que involucró a toda la ciudadanía más allá de sus preferencias partidarias.

Para muchos era la primera vez que accedían al derecho de elegir a sus representantes,  para otros fue recuperar  su condición de ciudadano de la república  y  volver a gozar de las libertades  garantizadas en  la Constitución Nacional.

No creo exagerar si afirmo que fue el acontecimiento más importante  de las últimas décadas  ocurrido en nuestro país.

No  obstante ello, las evocaciones al haberse cumplido treinta años de ejercicio ininterrumpido  de la soberanía popular y del Estado de Derecho no han tenido la repercusión esperada  y en su mayoría  estuvieron impulsados por el partido radical ,triunfante en aquellas elecciones.

Una verdadera pena a mi modo de ver pues era la oportunidad  ideal  para que los argentinos nos uniéramos para celebrar la  plena vigencia del sistema democrático y  también para acercarnos en la búsqueda de coincidencias  de las soluciones que hoy necesita el país para superar sus serios problemas.

 

Cuando Raúl Alfonsín asume la presidencia de la Nación plantea tres criterios rectores para su acción de gobierno que consistían en resolver la emergencia; consolidar el poder democrático y crear las bases para un período prolongados de estabilidad, justicia y desarrollo.

Así lo había anunciado en su plataforma electoral  y hacia allí orientó sus políticas que procuraban  la transformación de una sociedad desgarrada por la opresión luego de diez años de dictadura.

En aquel momento de desazón social se sentía cada vez más fuerte el clamor popular que pedía la vuelta a la vida democrática, el regreso de la legalidad y a la vigencia del Estado de Derecho.

Raúl Alfonsín, el candidato de la Unión Cívica Radical, supo interpretar el deseo del pueblo argentino  y fue elegido por una amplia mayoría para timonear la nave de la república con la Constitución Nacional como hoja de ruta.

Fue inolvidable aquel acto de cierre de la campaña de Alfonsín, el fervor de la gente  cuando al final de su discurso se preguntó, por qué marchamos, por qué luchamos, y se respondió recitando párrafos del Preámbulo de nuestra Constitución:” luchamos para constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.”

Creo que en ese momento muchos sentimos  que su triunfo electoral estaba cantado.

En aquel entonces en un artículo en el diario El Clarín  el escritor Jorge Luis Borges  hacía el siguiente comentario: ”Lo que fue una agonía puede ser una resurrección. La clara luz de la vigilia nos encandila un poco. Nadie ignora las formas que asumió esa pesadilla. El horror público de las bombas, el horror clandestino de los secuestros, de las torturas y las muertes, la ruina ética y económica, la corrupción, el hábito de la deshonra, las bravatas, la más misteriosa, ya que no la más larga, de las guerras que registra la historia. Sé harto bien que este catálogo es incompleto. Tantos años de iniquidad o de complacencia nos han manchado a todos. Tenemos que desandar un largo camino. Nuestra esperanza no debe ser impaciente. Son muchos e intrincados los problemas que un gobierno puede ser incapaz de resolver. Nos enfrentan arduas empresas y duros tiempos. Asistiremos, increíblemente, a un extraño espectáculo. El de un gobierno que condesciende al diálogo, que puede confesar que se ha equivocado, que prefiere la razón a la interjección, los argumentos a la mera amenaza. No estaremos a merced de la bruma de los generales. La esperanza, que era casi imposible hace días, es ahora nuestro venturoso deber. Es un acto de fe que puede justificarnos", concluía Borges.

A treinta años de aquel histórico acontecimiento son muchas las reflexiones que se suscitan.

En primer lugar resulta satisfactorio observar la solidez del sistema democrático como forma de gobierno y en tal sentido las recientes elecciones legislativas que se han desarrollado  sin alteraciones  en todo el país han sido una muestra de  ello.

Pero al mismo tiempo hay que agregar que la democracia no se agota en el acto electoral .La democracia es una forma de vida y de convivencia de los pueblos en un marco de libertad, igualdad y justicia.

Bajo este concepto hoy podemos afirmar que si bien es mucho lo que se ha avanzado en el país ,  mucho también falta para poder decir  que vivimos en una país auténticamente democrático y republicano.

Para alcanzar esta meta debemos esforzarnos más para combatir la creciente corrupción, para mejorar el funcionamiento de la justicia, para luchar contra  la inseguridad y  el  alarmante crecimiento del narcotráfico, para  mejorar la educación pública, para reducir los índices de pobreza, para afianzar el federalismo debilitado por predominio del poder central.

Se trata de una tarea ardua que debemos emprender entre todos pues no solo le compete a los actuales gobernantes quienes sí tienen la máxima responsabilidad de orientar sus políticas hacia  los asuntos prioritarios de nuestro país.

Hoy a treinta años de vigencia ininterrumpida de la democracia  urge que nos unamos en un debate de ideas en el cual participen todos los actores sociales para encontrar el camino de salir adelante  y  poder decir sin temor a equivocarnos que vivimos en un país auténticamente republicano y federal.

 

                                                                                                                                    María Cecilia Repetto

 

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