martes, 2 de septiembre de 2014

LOS HABITOS DE ESTUDIO Y LA CULTURA DEL ESFUERZO

 

 

 



 
FESTEJANDO ME OLVIDO               
   Han pasado  más de dos horas desde que terminó el partido de football en el cual  Argentina venció  a Nigeria  y por la ventana de mi oficina veo  cómo  un montón de chicos   en edad escolar  continúan  en los alrededores de la plaza festejando  el triunfo  de nuestro equipo.
Me pregunto para mis adentros si no será hora de que estos chicos regresen a  su casa ¿No tendrán nada que estudiar o tarea escolar que realizar para mañana?
Es miércoles. En otra  época las madres  hubieran puesto  el grito en el cielo. Dirían  que es día de semana ,que  es hora de estar haciendo los deberes en su casa  y  no es porque pretendieran que sus hijos  estuvieran todo el día tragando libros ,como se  decía antes ,pero sí había una noción de cierta disciplina que se  imponía desde los hogares  por la cual  los chicos, en tiempos de escuela , estaban  abocados a sus tareas   en vez de estar  a la deriva por la calle donde nada bueno se aprende.
Dirán que ahora es distinto o que estamos en el Mundial, que es como el carnaval, que el triunfo de Argentina da motivos para festejar; se comprende y se comparte la alegría.
Pero  lo que llama la atención  no es el festejo por el triunfo del equipo argentino  , que es algo circunstancial , sino la declinación de los hábitos de estudio  por parte de los jóvenes que se manifiesta en esa despreocupación constante como  si vivieran en eternas vacaciones sin ninguna otra cosa más productiva (para su vida claro)que  hacer.
Y la verdad es que para   generar  una disciplina de estudio  se requiere del trabajo conjunto de la familia y la escuela.
La disciplina es un ejercicio de la voluntad y para adquirirla  necesita  como en todos los órdenes dedicarle tiempo y esfuerzo.
Hoy en día en los hogares y en las escuelas no se ayuda demasiado a que los niños adquieran una cultura del estudio ,se los abandona a su suerte, provocándole con ello un daño importante en su formación y en su  futuro .
Las evidencias demuestran  guste o no reconocerlo esta declinación de las exigencias va de la mano con la declinación de la educación pública.
Así como en una época la escuela pública fue una herramienta de nivelación social que permitió a los niños argentinos acceder en forma equitativa a una educación de calidad.
Hoy en día puede decirse que aquellas expectativas que permitieron el progreso de nuestro país ya no se cumplen. Por el contrario el bajo nivel de exigencias y de calidad educativa  causa   desigualdad entre los que pueden acceder a escuelas privadas de mejor nivel con los que solo tienen la posibilidad de formarse en una escuela pública.
En la Argentina de hoy  la educación puede ser un motivo de preocupación de los gobernantes y dirigentes pero lo cierto es que  en los últimos tiempos no ha ocupado en la agenda política el lugar que debiera tener.
Siempre este tema ha quedado relegado por otros sin advertirse que  los más graves problemas del país ,todos, absolutamente todos, nos remiten en sus causas  a la falta de educación  y a la necesidad de establecer una gran reforma educativa.
A veces da la impresión que se subestima su importancia o que  es aburrido hablar de educación pero sería bueno que miremos a nuestro alrededor y observemos cuales son las sociedades que progresan y tienen mejor calidad de vida de sus habitantes.
Privarle a un chico de educación es algo así como recortarle el horizonte de sus posibilidades, como cortarle las alas antes de que pueda echar vuelo.
La falta de educación daña no solo a  quien no la reciba sino también por consecuencia daña a todo el país.
Festejar es bueno pero vivir como si todo el año fuera carnaval es irreal y malicioso.
Desde chicos se debe crear una disciplina de estudio para que de grandes continúen con una cultura del trabajo y del esfuerzo pues nada nos debe venir de regalo sino que debemos todos debemos ganarlo con nuestro mérito y dedicación.
 ¿Festejamos para olvidar? ¿Festejamos para no ver ? ¿Festejamos para no asumir?
Son preguntas que también debemos plantearnos como sociedad.
 
María Cecilia Repetto

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