sábado, 25 de julio de 2015

PARQUE TERMAL EN DOLORES por Maria Cecilia Repetto


HISTORIA  DE LAS TERMAS  
PARQUE TERMAL EN DOLORES        

  Cuentan que el  emperador romano  Caracalla (188 dc a 217 dc) le inculcaron desde su infancia un espíritu refinado que luego se reflejó en alguna de sus obras monumentales.

Su padre y antecesor  Septimio Severo  , lo ungió con  el título de César cuando solo tenía siete años de edad y aunque se le escapó de las manos el tema de los celos con su hermano Geta  que  derivó luego en un  fratricidio  sería falso afirmar  que esta tragedia  familiar  menguó el ánimo de  Caracalla en los años que estuvo al frente  del gran imperio

 Las termas públicas construidas  durante su gobierno  constituyen   junto al coliseo romano una de las maravillas del mundo antiguo.

El edificio inaugurado en el año 216 tenía capacidad para 1600 usuarios .Constaba con dos partes, una externa consistente en una amplísima columnata  con jardines y palestra gimnastica y la otra interna  con un  inmenso pabellón en donde funcionaba un teatro, salas de estudio, museos, bibliotecas con profusión de ricos mármoles, granitos, mosaicos y esculturas.

Las Termas de Caracalla se convirtieron en el complejo de baños más lujoso de toda Roma, y su tamaño sólo fue superado por las Termas de Diocleciano construidas en el año 300 con capacidad para 3000 personas. Diocleciano fue acusado por la muerte de miles de cristianos condenados a trabajos forzados en la construcción de las termas por lo que en el año  1561, el papa Pío IV mandó  construir a Miguel Ángel una iglesia en memoria de esos mártires en el propio espacio de las termas: Santa María de los Ángeles y de los Mártires.

 En aquel entonces cumplían una función social y política. Eran  lugares ideales de encuentro y recreación. Se cuidaba el ambiente con una delicada decoración colmada de estatuas, frescos, mosaicos, propio del refinamiento romano. Su uso fue difundido por el Imperio romano a toda Europa y luego al resto del mundo.

Pero no fueron las romanas las Termas más antiguas .Hay antecedentes de instalaciones de este tipo en la ciudad india de Mohenjo-Daro, cuya fecha es anterior al 2000 a.C. , en la isla griega de Creta, construida entre 1700 y 1400 a.C., y en la ciudad real de Egipto Tell el-Amarna, edificada hacia el año 1350 a.C.

Dentro de los límites del actual territorio argentino, desde la época pre-colombina se transmiten noticias sobre las propiedades curativas de algunas fuentes termales, entre ellas: La LAGUNA EPECUEN en la provincia de Buenos Aires, citada por Faulkner en 1740 como agua curativa usada por los indios desde tiempo inmemorial. Los baños de PISMANTA en San Juan.  En Neuquén, son reconocidos por los indios los "baños de EPULAUFQUEN”. Las termas de COPAHUE allá por el año 1880. INTI-YACU, ("agua del sol"), llamaban los aborígenes a la actual zona de RIO HONDO en la provincia de Santiago del Estero, a los caudales subterráneos que por entonces afloraban naturalmente. En VILLAVICENCIO, visitada en el año 1839 por el célebre naturalista Charles R. Darwin, había hacia el año 1800, baños medicinales a los que acudía la gente de Mendoza.

Pero fue el  médico español Antonio Palau quien funda el primer Centro Termal de la República Argentina en  ROSARIO DE LA FRONTERA (Salta) adaptado especialmente a  los fines terapéuticos.

El encanto  de los hombres  por las aguas termales a lo largo del tiempo  se explica por sus enormes beneficios para la salud física y mental.

No fueron sonsos  los romanos cuando tuvieron  la  idea de generar a partir de ella un ámbito propicio para el encuentro y la recreación social, aunque, por supuesto, nunca pudieron imaginar que  su chispa imaginativa se propagaría  por el mundo hasta nuestros días.

Es verdad, las Termas de Caracalla no hicieron al esplendor de  Roma. Nosotros, los dolorenses, tampoco aspiramos  tanto con las nuestras.

El Complejo Termal en Dolores probablemente no cambiará nuestra historia ya  forjada con casi 200 años de vida, pero sí será un valor agregado o si prefiere, una puerta abierta hacia algo novedoso que va a comenzar. Ojalá  prospere  y por efecto contagio (porque estás cosas ocurren) nos impulse a seguir emprendiendo   otras obras  más como ésta o de otro tenor, pues de eso  se trata el progreso; de crecer y trascender en  obras a lo largo del tiempo, más allá de los gobiernos.

                                                                                                                    María Cecilia Repetto






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