miércoles, 16 de septiembre de 2015


 LA EDUCACION COMO FACTOR DE PROGRESO EN DOLORES

 

              El  pasado 21 de agosto se cumplió un nuevo aniversario de la fundación de nuestra ciudad.

Es común en estas ocasiones volver la mirada hacia atrás tratando de realizar  un balance  de todos los  avances conseguidos  a lo largo del tiempo y de lo que aún nos resta  por hacer pues  , por regla general   , siempre existirán las asignaturas pendientes  en el quehacer de una comunidad .

Con mucha razón se dice que el progreso de un pueblo es como la línea del  horizonte, se va corriendo a medida que se va  avanzando.

No es tarea sencilla    resumir  la historia de una ciudad  y  más dificultoso aún medir los niveles de  crecimiento después de casi  dos siglos de vida.  Muchas veces al hacer estas valoraciones   se suele poner  el acento  en los gobiernos, procurando  establecer cuanto tuvieron que ver ellos en su desarrollo o en su estancamiento, si fueron eficientes, progresistas,  o simplemente mediocres.

Es innegable que cada gobierno deja su impronta  y el grado de capacidad o lucidez de sus representantes   tiene   una influencia decisiva   en el destino de una  comunidad .

No obstante ello ,a mi juicio ,  no son los  gobiernos  los artífices de la historia de los pueblos ni los  forjadores de su progreso sino  las sucesivas generaciones de vecinos que con su esfuerzo constructivo y proyectos  van  abriendo a su manera  los  caminos hacia su desarrollo.

En su primer centenario  de vida, nuestra ciudad adquirió un notable florecimiento en el plano urbanístico, cultural y en sus economías regionales que no hubiera sido posible sin  la presencia activa de las  Asociaciones de Inmigrantes, las Sociedades de Fomento, Cooperativas, Clubes de Servicio, Agrupaciones barriales, las familias, es decir, de los vecinos de Dolores.

Basta con repasar algunas páginas de la historia local para advertir la influencia  que ejercieron  las  colectividades de inmigrantes que  aquí se instalaron   a finales del siglo XIX y principios del siglo XX   con sus aportes culturales  y sus valores que tenían como eje la familia y el trabajo .

 

Varias veces me pregunté  si  las expectativas de  Don Ramón Lara al fundar nuestra  ciudad  se habrían  limitado  a  cumplir con  el objetivo  que le encomendara  el gobierno provincial.  Recordemos que  la causa de la fundación   de nuestro pueblo –su razón de ser- fue para responder a un problema de índole político  como era correr  la línea de frontera  hacia el sur  para poner un freno al avance del indio .

Pero al  observar el comportamiento desplegado por el Capitán Lara  en tiempos  posteriores a la fundación de la ciudad, su vehemencia, dedicación y compromiso asumido con el pueblo  de Dolores llego a la conclusión de que su sueño no se restringió a poner un freno territorial sino que fue más ambicioso, como el de quien pone una semilla con la esperanza de que de él crezca un  árbol  frondoso.

Lo comprueba el hecho de su  preocupación manifiesta por traer el progreso al pueblo de Dolores a través de  la  educación.

Concretamente  Don Lara hacia  el año 1834  manifiesta en el diario La Gaceta la necesidad de que existiera una escuela en Dolores y reclama por que enviara una maestra que enseñara a los pobladores   aunque, lamentablemente,  murió sin ver cumplido su deseo que se concretó algún tiempo después .La señora Manuela Butierrez de Urdanvideluz, fue la primer maestra que tuvo nuestra ciudad.

A la manera de una maestra particular y en su propio hogar comenzó en la enseñanza de las primeras letras a un grupo de niñas hasta el año 1945 en que abrió su escuela  privada a la cual acudieron  los hijos de las principales familias de Dolores.

En el año 1852 se estableció la primera escuela oficial de varones bajo la dirección del preceptor  Don Pedro Molina.

 

Esta tesitura de afirmarse en la educación como herramienta de progreso que tuvieron  los primeros vecinos Dolores se mantuvo  con el mismo énfasis en  las generaciones que le siguieron; fue sin dudas la mejor inversión que hicieron para la posteridad .

Como consecuencia de ello nuestra ciudad fue reconocida en la zona por el  prestigio de los establecimientos educativos, por la calidad de la enseñanza y el alto nivel de sus  docentes.

No en vano Sarmiento  durante su presidencia también consideró que la  vía más efectiva y duradera de llevar el adelanto a  un país era educando a sus habitantes y combatiendo el analfabetismo. Así fue como la Argentina  llegó a  tener una ubicación privilegiada  a principios del siglo pasado entre  los países en desarrollo.

Nuestra ciudad pronto cumplirá doscientos años de vida .Sería interesante promover una encuesta de satisfacción acerca del nivel de adelanto de  nuestra ciudad y en especial sobre el nivel de la educación de los alumnos dolorenses.

En el nivel de progreso de un pueblo, no es un hecho casual, depende  mucho de  la actitud comprometida de los vecinos  .No se construye desde el individualismo  sino cuando hay una suma de voluntades que empujan hacia en la misma dirección.

Así lo sintieron nuestros ancestros  con una postura de vida  que deberíamos mirar más como un ejemplo para imitar. Ellos  se abrían camino con su propio esfuerzo, con su ingenio y con “iniciativas propias” y sin esperar la  injerencia de un Estado benefactor que no siempre en forma desinteresada se   extralimita  y distrae de  lo que constituyen sus principales ocupaciones .

Reflexionar entre todos acerca de cuáles son nuestras prioridades, trabajar en un proyecto conjunto que se continúe más allá de los gobiernos que nos representen, fijar políticas  que no se interrumpan en el tiempo en donde  la salud de la población, la seguridad   y  la educación constituyan sean los aspectos centrales de la agenda pública sería uno de los mejores gestos de madurez  cívica y la mejor manera de encarar los preparativos del bicentenario.

 

María Cecilia Repetto

 

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