domingo, 13 de mayo de 2018



LA BASURA NO ES AJENA
      La tarea de sacar la basura   a nadie le  agrada pero a todos  libera.
Cada  vez que la  bolsa de residuos traspasa el umbral de nuestra vivienda   y es dejada  con alivio  en  el borde de la  vereda ,en el cesto de residuos o colgada de   un árbol  uno siente  que lo que  había en ella  ya no nos  pertenece , que  ha dejado de ser  nuestro   problema .
Allá  quedan nuestros  desperdicios  desamparados  a la espera de que un camión vespertino se los lleve  junto a  las otras  bolsas del vecindario a su morada final , vaya a  saber  dónde ,a nadie le  interesa averiguarlo .
Pero para  algún lado  se van  ,con rumbo desconocido nuestros  indeseables desechos : los  restos de  comida de ayer y de anteayer ,los papeles que ya no nos  sirven, las botellas vacías  , las cascaras de frutas ,  los utensilios rotos, los frascos vacíos, los trapos que  ya no sirven,  restos del mate ,café  o el saquito de té usado, todo revuelto y aplastado  dentro de  una bolsa negra o del supermercado  que a punto de reventar es contenida por un   nudo retorcido que nuestro  dedo índice  ha aprendido  hacer hasta el cansancio .
Uno tiende a pensar que lo que no se ve no existe, que la basura que nos sacamos de encima  desapareció por arte de magia.
Pero  lo cierto es que el mundo se está quedando sin espacio para guardar toda la basura que se está amontonando y  si no asumimos la necesidad de darle un debido tratamiento el peligro de que se transforme en un riesgo para la  salud y al  medio ambiente se acrecentará con el correr del tiempo.
Hoy en día mucha de nuestra basura  va a  parar a los basurales a cielo abierto ubicados en las afueras de las ciudades, a veces la basura se descarga en ríos y lagos  que  contaminan el agua. A menudo la basura se entierra pero  ésta puede contener sustancias tóxicas que se filtran por la tierra y contaminan el suministro de agua.
 El consumismo  exacerbado de los últimos tiempos ha agravado el problema al aumentar notoriamente la cantidad de desechos que se acumulan cada día.
En muchas ciudades   los residuos se tiran por  cualquier lado. Esquinas, veredas, baldíos, a la vera de las rutas. Todos ellos y muchos más son los lugares elegidos para quienes desprecian el cuidado del ambiente y, con ello, provocan daños a terceros y a sí mismos, por cuanto esa desaprensión no es gratuita.
Se sabe, por ejemplo, que en  la zona metropolitana bonaerense donde habitan unos 16 millones de personas  se  arrojan por día 18.500 toneladas de residuos y que  una cifra no menos importante de residuos es la produce la ciudad de Buenos Aires que  cuenta con casi 2.900.000 habitantes y  genera 6760 toneladas diarias.
Aunque evidentemente en ciudades con mayor población el problema es más grave  por la falta de  espacios, nadie está exento del problema y la solución no pasa por  hacer nuevos rellenos sanitarios  ni en replantearse la idea de la incineración de residuos a la vieja usanza.
Las plantas procesadoras ayudan a reducir el impacto en el ambiente al quemar desperdicios y generar calor que se utiliza para suministrar energía a los edificios cercanos, pero esto no significa que dejen de liberar compuestos nocivos
Por esta razón es importante insistir  en  un cambio cultural que es posible lograr con campañas educativas para  tratar de  reducir la cantidad de residuos  y  la separación de los mismos dentro de los hogares antes de su recolección.
El reciclado de artículos como  botellas de vidrio, metal y latas de estaño, periódicos y plásticos  contribuye en el objetivo de reducir la cantidad de residuos a través de su reutilización .Para ello es necesario aumentar las plantas de reciclado que deben  trabajar en forma mancomunada con la población en la separación de los residuos desde los hogares.
La mayor parte de la basura que produce el planeta -estimada en más de dos billones de toneladas anuales- se entierra o se quema.
Suecia ha desarrollado un sistema de reciclaje tan logrado que se está quedando corta con la basura que necesita para sus plantas de combustión de residuos. De la quema de esa basura, el país nórdico obtiene energía que transforma, por ejemplo, en electricidad y lo hace tan bien que es autosuficiente. Tanto, que ha decidido que lo mejor es importar basura de los países vecinos para seguir alimentando sus plantas de valorización de residuos. Según los datos ofrecidos por el Gobierno de Estocolmo, el país importa nada menos que 700.000 toneladas de basura.
Daría la impresión que, salvo excepciones, aún no se le ha dado verdadera dimensión al problema.
La palabra basura proviene del latín “versura”, derivado de verrere, que significa “barrer”; por esto se puede decir que el significado original fue “lo que se ha barrido”.  No se trata de barrer la basura debajo de la alfombra o pensar que la barrerá el viento lo que hace falta es  asumir  que no se trata de un asunto  ajeno y que cada individuo  debe  colaborar con sus  acciones en miras a   preservar la salud general  y el medio ambiente.
MARIA CECILIA REPETTO






No hay comentarios.:

Publicar un comentario