miércoles, 27 de septiembre de 2017


EL PERIODISMO EN SU JUSTO EQUILIBRIO 

           Es difícil pensar hoy  en un mundo sin periodistas .Sin esos seres  de mirada  curiosa y actitud  inquieta que  se ocupan de informar  a la gente  las novedades  que ocurren en el mundo .  
Su importancia   ha ido en aumento en las sociedades organizadas   al punto que se  considera que la salud de una democracia  depende en gran parte de la salud del periodismo.
Lo tuvo  muy claro Mariano Moreno cuando fundó  la Gazeta de Buenos Ayres, el primer diario que tuvo nuestra patria a través del cual se difundían las noticias sobre los acontecimientos  políticos que sucedían  desde la formación de la Primera Junta en 1.810.
Compartía las mismas convicciones  nuestro prócer  Manuel Belgrano quien  incursionó desde muy joven  en la actividad periodística, una de sus actividades menos conocidas pero muy importantes donde volcó sus ideas políticas aún antes de producirse la Revolución de Mayo.
La pluralidad de los medios de comunicación  es  indispensable en un sistema democrático.
Este principio, sobre el que hoy coinciden todos los países del mundo, ha sido, sin embargo, resultado de un largo proceso histórico.
En 1789, la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre daba los primeros pasos al reconocer el derecho fundamental a la libre expresión. Casi dos siglos más tarde la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1948, daba el paso final al agregar el derecho a ser informado.
En los países con gobiernos autoritarios la libertad de prensa está  controlada para que no se difundan opiniones críticas   que pongan en  riesgo  la supervivencia en el poder de la élite gobernante.
En el siglo XXI la aparición  de las redes sociales  le dio   a la actividad periodística un   ritmo  ágil y  de  contrapunto.
Hoy en día  la opinión de un periodista expresada en un medio de comunicación oral o escrito recibe de inmediato el comentario de un lector, oyente  que interactúa con él y con otras personas a través de las redes sociales.
Por lo que ya no puede pensarse en un  periodista como alguien que ejerce una actividad   desde la soledad de su  escritorio  sino como alguien que trabaja con  las ventanas abiertas para  dialogar   con la gente. Se eleva  de esta manera la  exigencia de precisión  en la información  puesto que todo puede ser fácilmente   confrontado con una imagen o testimonio que avala o desvirtúa lo que se está afirmando a través de los medios de comunicación.
 El  reconocimiento social del periodista  en los países republicanos   y su  incidencia en la construcción de la agenda pública ha llevado a equipararlos en importancia a los tres poderes del  Estado y a designarlo  como “El cuarto Poder “.
Un emblema de la libertad de expresión  fue  la carta  que publicó  Emile Zolá dirigida al presidente de Francia  en 1.898  en el  Diario La Aurora de París titulada “ J ´Acusse”  (Yo acuso ) donde  denunció la injusta persecución al oficial judío Alfred Dreyfus acusado de traición y que es considerada aún en la actualidad como  un ejemplo del compromiso del periodismo independiente  en cuanto tribuna de defensa de los derechos cívicos .
Ahora bien, si el  excesivo protagonismo del  periodismo en la agenda pública podría interpretarse como un síntoma de decepción social, es una pregunta que también  debemos plantearnos.
En nuestro país, por ejemplo, la velocidad con que se ventila una  investigación periodística  se contrapone con  la lentitud de  los procesos judiciales para dar con la verdad  frente a un ilícito  y ello justifica la actitud que adoptan muchas personas que frente a un delito optan por denunciarlo primero ante un medio de comunicación porque confían más en ellos  que en las instituciones del Estado.
Pero además  la gente les cree más a los periodistas que a sus  dirigentes políticos o a los miembros del poder   judicial,  siente que hay mayor cercanía, comprensión de la realidad y  que son más creíbles.
No  existen  dudas que el periodismo influye y crea la agenda pública pero no puede sustituir al Estado ni asumir  funciones que no le corresponden.
Su poder  consiste en hacer, modelar, en esclarecer la opinión pública con libertad y responsabilidad.
 Si la salud de la democracia depende de la salud del periodismo, hay que agregar también que su fortaleza depende del equilibrio de poderes y del buen funcionamiento de las  instituciones.
María Cecilia Repetto

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