jueves, 4 de julio de 2013

DOÑA MENCIA LA ADELANTADA por María Cecilia Repetto


DOÑA MENCIA   LA   ADELANTADA


Un libro que   llegó a mis manos casi por casualidad me ha mantenido atrapada en la lectura prácticamente toda la tarde.


Hasta que la oscuridad comenzó a filtrarse por las rendijas de la persiana  no había advertido el correr de la horas ni  la inminente  llegada de la noche , claro  que en junio  los días son cortos ,el sol a veces ni se asoma y cuando  sale se retira pronto.


El libro que acabo de terminar   tiene como título el nombre de su protagonista: Doña Mencía, La Adelantada.


 Su autora , la escritora argentina Josefina Cruz , para escribir esta obra realizó  una ardua investigación documental y recorrió los lugares que fueron  cuna y punto de partida de los conquistadores del Nuevo Mundo .


Desde mis épocas de estudiante siempre me llamó la atención  la ausencia de la figura femenina en  las expediciones que se llevaron a cabo  en  el período de  la Conquista de América  , circunstancia  que me había  llevado a pensar que el arribo  de las mujeres europeas al Nuevo Mundo se produjo  en tiempos posteriores ,es decir, cuando  ésta ya se había consumado.


Este libro editado en el año 1962  por la Editorial La Reja me ha servido para desvirtuar tal convicción  pues su autora basada en documentación fehaciente  ,relata  la epopeya del  primer contingente de mujeres españolas que zarpando de Sevilla  arribaron a  América  en el año 1550 comandadas por  Doña Mencia  .



Cuenta el libro  que en el año 1500 el Consejo de Indias, organismo que se ocupaba de la administración los territorios conquistados por España, le otorga el título de Adelantado a Juan de Sanabria en reemplazo de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca.


A diferencia de las   capitulaciones anteriores, ésta tenía como particularidad que   imponía al Adelantado  el deber de  llevar en su armada a un calificado séquito de damas para afianzar el arraigo de familias españolas en las tierras conquistadas.


Doña Mencía de Calderón, la esposa de don Juan , no bien se enteró de esa cláusula de la capitulación decidió acompañar a su marido  para lo cual ambos se pusieron a trabajar en  la organización de lo que fue una verdadera epopeya.


Pero ocurre que Juan Sanabria cuando estaba casi todo preparado para embarcar muere de un derrame cerebral por lo que su esposa, ante el ofrecimiento formulado por el Supremo Consejo de Indias, asume el compromiso de continuar junto a sus hijos la expedición que no había logrado concretar su desdichado esposo.


Hacia tierras lejanas partió Doña Mencía   el 10 de abril de  1550 .

Cincuenta mujeres la acompañaban en la larga travesía que emprendían  a bordo del” San Miguel  “,la nave principal .

Llevaban a bordo todo lo necesario para subsistir en el largo viaje pero además semillas y plantas de claveles, rosas, membrillos, higueras y vides con el fin de nuevas especies se propaguen en los fértiles terrenos del Nuevo Mundo.  


Y uno se pregunta cómo se animaron todas estas damas a salir de su vida sencilla, a arrojarse en tamaña aventura con pleno desconocimiento de los peligros a los que se sometían: los riesgos del mar, las inclemencias del tiempo, el desconocimiento del   mundo a donde se dirigían, sin saber siquiera si una morada tendrían a su arribo.


Evidentemente eran personas de mucho coraje pues aún cuando eran mayores las posibilidades de fracasar en el intento optaron por arriesgarlo todo en lo que fue una epopeya sin precedentes.


Como era de prever, los obstáculos existieron. Despuès de atravesar una fuerte tormenta que arrastró al San Miguel hacia las costas de Africa, los tripulantes pudieron continuar el viaje después que lograron reparar las averías y llegar al Nuevo Mundo el 16 de diciembre de 1550.


Pero las desdichas no acabaron aquí . Al pisar la  tierra firme en la Isla de Santa Catalina   se enfrentaron con el peligro de las tribus de indios salvajes, los tupíes, y luego para colmo de males estuvieron  prisioneras de los portugueses durante catorce meses.


Cuando lograron liberarse emprendieron un largo viaje a pie   con rumbo a la ciudad de Nuestra Señora de la   Asunción tal como estaba indicado en las cláusulas de la Capitulación.

Para ello cruzaron ríos, selvas, costas desiertas, pantanos, y se expusieron el peligro de indios desconocidos y animales salvajes, insectos y todo tipo de dificultades que pudieron vencer gracias al coraje   de la adelantada.

Algunas mujeres murieron en el intento por la mala alimentación y   la fatiga del viaje. El resto llegó a destino con “lo puesto”, es decir, sin calzado, con sus pocas prendas desdichadas, viviendo prácticamente a la intemperie, al cabo de seis años 

Cuando el contingente de mujeres llegó finalmente a Asunción su estado era calamitoso, no obstante ello fue recibido como princesas y con todos los honores, pues las creían definitivamente tragadas por la selva.

Una de las hijas de doña Mencía contrajo matrimonio con el Capitán Hernando de Trejo y de esa unión nació Hernando de Trejo y Sanabria quien de grande sería  obispo de Tucumán y luego el ilustre fundador de la Universidad de Córdoba.

Otro de los nietos de Mencía fue un  varón notable, futuro caudillo y primer criollo que tuviera destacada actuación y poder: Hernando Arias de Saavedra, el legendario Hernandarias.

Lo que nos deja la historia de Doña Mencía es la reflexión sobre si realmente las mujeres conformarán el “sexo débil “como se las suele catalogar.


Numerosas situaciones, como las que acabo de contar, parecen demostrar que tal afirmación es equivocada.


Me gusta recalcar estas acciones pues nos muestran una imagen de la mujer  desde un protagonismo que no pretende sustituir el   rol de los hombres en la sociedad sino colocarse  , en pie de igualdad, en su papel de constructora de la historia.


Doña Mencía quiso honrar la memoria de su marido continuando, como buena compañera, con la tarea que aquel no alcanzó a cumplir.


Dicen que   cuando murió su mirada transmitía la serenidad de la misión cumplida.



María Cecilia Repetto



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