lunes, 22 de julio de 2013

FLEURY por Maria Cecilia Repetto


EL OTRO FLEURY

Yo creía que Fleury  había uno solo , que se llamaba Abel y que  en su  homenaje  cada año se realizaba  en Dolores la  Fiesta Nacional de la Guitarra.

Pero admito que estaba equivocada  pues  antes que él , algunos siglos antes ,  había existido otro  Fleury  con una historia tan distinta a la del “nuestro “ que  podría afirmar  que  uno y otro solo tuvieron en común el apellido .

Yo tomé conocimiento de esta circunstancia hace algún tiempo casi  por casualidad : Habrán visto que en muchas   plazas   , clubes , edificios públicos o  veredas de cualquier lugar del mundo es común encontrarse con    placas  de piedra ,bronce o de algún metal resistente al tiempo ,que suelen  colocar con buen tino las autoridades de un pueblo ,comisiones de clubes o  asociaciones culturales  en recuerdo  de  algún personaje destacado  o bien para perpetuar en la memoria colectiva algún acontecimiento importante  de   esa comunidad .

Placas recordatorias ,así les llaman,  que se ponen con buenas  intenciones  pero que a decir verdad casi nadie las mira  pues el común de la gente pasa  frente a ellas a paso apurado  ,ensimismado en sus asuntos y salvo  los turistas o  curiosos  de la historia , el resto o sea la mayoría  no presta atención  de  lo que hay escrito en ellas.

Y no viene al caso aquí ponerme  a analizar  los motivos de estas conductas sociales , llámele indiferencia, descortesía o simple distracción , lo concreto  es que no  rebajan en modo alguno el alto  valor recordatorio y testimonial que poseen  pues  al igual que los monumentos, bustos o panteones sirven para  perpetuar en la memoria hechos destacadas de la historia de la humanidad.

Así lo pude comprobar yo cierta vez mientras  hacía una visita guiada  por el Archivo General de Indias en Sevilla.

En una de sus amplios corredores  atrajo mi  vista una placa de granito oscuro en donde sobresalían en letras doradas  un  nombre que me resultaba familiar : JEAN FLEURY    y lo que decía después me sorprendió  mucho más El Primer Pirata , ah ¡ esta no la sabía me dije para mis adentros …

Con mi curiosidad encendida luego averigüé que  el  Jean  Fleury al que hacía referencia  aquella piedra había  sido un corsario nacido en Italia cerca de Florencia en el año  1485 .

Pero no era un pirata cualquiera pues a lo largo de su vida había conseguido una auténtica proeza.


Este Fleury, de profesión pirata, en el año  1521  asalta en las islas Azores  la flota de Hernán Cortés que trasladaba el tesoro de Moctezuma , apoderándose de dos galeones  que contenían oro ,plata y joyas con destino a la corona de España.

Como si fuera escaso el botín también  se hizo de la cartografía secreta española para la navegación  por las Indias Occidentales que para los europeos tenía un  valor  inapreciable pues constituía la herramienta básica para conquistar  tierras  desconocidas.

Jean Fleury fue considerado desde entonces el primer pirata al asedio de las embarcaciones procedentes de América y  de acuerdo a sus propias confesiones llegó a atacar  más de ciento cincuenta naves.

Durante cinco años operó entre la península y las islas Canarias hasta que cuatro navíos vizcaínos lo capturaron y llevaron a la Casa de Contratación en Sevilla .

Allí  el rey Carlos I  le aplicó la pena máxima , ordenó que fuera ejecutado y luego colgado como escarmiento en el puerto del Pico en Colmenar de Arenas .



Uno muchas veces piensa erróneamente  que la fama o el prestigio le conceden  a la  persona una suerte  exclusividad en el uso del apellido.

Por lo visto me equivocaba pues como les he contado antes  que nuestro reconocido guitarrista había pasado por el mundo otro Fleury protagonista de una historia de saqueos y corsarios que causó más de un dolor de  cabeza a la corona española .

Ahora bien ,el cuestionamiento que se estará haciendo el lector si me ha acompañado hasta el final de la columna es si solo “El otro  Fleury “  merece ser llamado  pirata o si también deberían llevar este mote los denominados conquistadores.

Lo dejo para su reflexión individual , desarrollarlo ahora daría para una extensa polémica, solo recordar lo que decía  Enrique de Gandía : “La nación colonizadora echó sus semillas ,malas y buenas, nos dejó sus sombras profundas  y sus luces radiantes …”

 Una de esas luces radiantes es la que aún se enciende cada vez que se escucha la guitarra de nuestro Fleury , un aspecto positivo  de aquello que llamamos la  diversidad cultural de América.

                                                                                                             María Cecilia Repetto

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