lunes, 15 de diciembre de 2014

FOTOS DE AYER Y DE HOY


 

LAS FOTOS  DE AYER Y DE HOY

 

            Hubo un tiempo en que  las fotos tenían el sentido  del  recuerdo.

Era el tiempo de las fotos “Para la  posteridad “.

En  los bautismos, cumpleaños, casamientos  se solía contratar  un fotógrafo de confianza   para que   tomara   unas  cuantas fotografías del  evento.

Una docena de fotos, a veces menos, eran suficientes.

Luego, se  hacían  revelar  y se guardaban en un álbum o en una caja de cartón.

Cada tanto ,en alguna reunión  familiar  o en un día de lluvia , se   ponían arriba de la mesa  y se miraban  ,pasándosela  uno a otro  ,entre risas  nostalgiosas  y comentarios.

Estaba también el gran retrato familiar, ese  que luego de un tiempo (y algún ausente mediante) se  mandaba a enmarcar para colgarlo  luego en algún lugar destacado de la casa o aquella   foto de la infancia   a orilla del mar   de la mano de nuestros padres como recuerdo de unas vacaciones en familia.

 

Pero ahora es diferente,  la  gente  anda sacándose   fotos todo el tiempo, por cualquier motivo y en cualquier  circunstancia.

Las fotos de hoy  ya no están justificadas por el recuerdo, sacarse fotos se ha convertido un masivo   entretenimiento que ha encontrado en las redes sociales el complemento  ideal  para desarrollarse.

Se trata de una tendencia que  tiene en la juventud sus mayores adeptos  pero  su auge   tiene que ver con el predominio  de la cultura de la  imagen que se advierte en todo el conjunto de la sociedad.

Las  “autofotos” o selfies   que se sacan desde el teléfono móvil para subir a las redes sociales expresan de algun modo  ese deseo oculto de mirarse y de aprobarse. Los límites entre cuando es simplemente un juego  y cuando se transforma en un trastorno son cada vez más difusos

 

Cabe destacar que la preocupación del  ser humano por su imagen es tan antigua como la  historia .Desde el famoso cuento  Blancanieves de los hermanos Grimm en donde la malvada  madrastra  buscaba en la respuesta del espejo mágico la confirmación de su belleza  o en el Narciso de la mitología griega, la literatura, en todos sus géneros, no ha hecho más que reflejar lo que ha sido a lo largo de la historia una aspiración de hombres y mujeres  que procuran en que la imagen que le devuelve el espejo sea de su agrado.

La diferencia está en el lugar central  que hoy ocupa  la   imagen en la vida de las personas.

Al prevalecer esta cultura de la imagen, es más importante la foto del evento que el evento mismo y   la apariencia que la realidad.

Son frecuentes los recursos fotográficos para que las personas se vean en las imágenes no como son  sino como les gustaría ser.

Al igual en el Narciso, no se trata de una cuestión de autoamor sino del amor por una imagen especular que se confunde trágicamente con un sujeto real.

Al mismo tiempo la fotografía  es una  potente  herramienta   de comunicación tanto o más que la palabra.

Esto se advierte con mucha nitidez en  la vida social  y  cada vez  más  en la  actividad política.

Nótese la importancia que hoy le da un candidato político al mensaje que transmite la  foto del encuentro con otro dirigente (que puede ser interpretado como una nueva alianza) o la foto que pone de manifiesto su ausencia en un determinado acontecimiento que puede ser interpretado como una ruptura o  desaprobación.

A diario somos intérpretes de lo que dicen las imágenes    puesto que se han convertido en un símbolo de la cultura actual.

La gente puede sacarse mil fotos y en la circunstancias que quiera o como quiera. Es su derecho  y a nadie debe molestar.

Pero a mi modo de ver no debemos dejarnos encandilar con las  imágenes que se difunden y darle a la foto más importancia  que lo que en realidad tiene.

Las fotos, muchas veces  no significan nada, ni siquiera lo que pretenden mostrar.

Que no siempre  somos como salimos en ellas  porque  algunas están retocadas , ni tan felices como la sonrisa  que nos allí nos aparece, ni tan amigables, ni tan unidos.

Las fotos, fotos son, es decir, no siempre  reflejan la realidad y en nuestra capacidad por interpretar lo que realmente  dicen está la clave de su importancia.

                                       María Cecilia Repetto

 

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