lunes, 15 de diciembre de 2014

LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCION


                   LA ACCION CIUDADANA EN LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCION

                 La corrupción  política  es un flagelo  que en mayor o menor medida  afecta  a todos los países del  mundo.

Pero  las estadísticas demuestran que  la combaten más y  toleran menos los ciudadanos de  naciones  con mejor nivel de educación. 

Quiere decir  que  los índices de corrupción descienden  en los países  más desarrollados  con una  composición ciudadana  involucrada   en la transparencia y buen funcionamiento de sus instituciones.

La indignación, la intolerancia  de la población frente a  un hecho de corrupción por sí mismos no solucionan nada.

Sin embargo   , actúan como  una fuerza capaz de  contrarrestarla al  exigir  a los organismos de control y a los funcionarios competentes  a  investigar y condenar eventualmente a quien se vea involucrado en un delito de esta naturaleza.

En cambio ,cuando gana la resignación, el  acostumbramiento o  la pasividad frente a hechos  que atacan los intereses  de la “res pública”  las consecuencias son muy graves pues  destruyen  las bases donde se asienta la democracia.

A lo largo de la historia los argentinos  han mantenido una actitud más bien indulgente   con respecto a las denuncias de corrupción de sus  dirigentes políticos   que han quedado expresadas en frases como el “Roba  pero hace”   o  justificadas   como una  variante de la  viveza criolla.

Las faltas a la moral pública por parte de los funcionarios  nunca han  constituido una  ofensa grave entre los argentinos porque no se la percibe   como un   ataque  personal sino como algo ajeno  o que no lo afecta directamente.

Ello es así porque lo que no se alcanza a  advertir, muchas veces por ignorancia  o por tratarse de una práctica  arraigada a nuestra idiosincrasia (mal que nos pese)  que  el saqueo de las arcas públicas es el más deplorable de los delitos pues  vulnera derechos humanos, acentúa la desigualdad social y afecta el desarrollo de la población.

Es diferente la actitud que suelen exhibir  los ciudadanos de otros países   que  ponen el grito en el cielo cuando se enteran que algún gobernante ha metido manos  en la lata o  que ha engordado su bolsillo a partir de negociados realizados en el ejercicio de la función pública.

Hay países  donde la corrupción  está mal vista por la clase política  en su conjunto .Uruguay y  Chile  son ejemplos cercanos

Sin ser Finlandia, considerado como uno de los países  con más bajo nivel de corrupción y sin analfabetismo, el pueblo español en  varias ocasiones ha demostrado  unidad de criterios a la hora de expresar su  rechazo  con este tipo de conductas  aún por encima de su filiación política.

Una muestra de ello se planteó hace  algunos días   cuando uno de sus principales referentes políticos   de  Cataluña  de  nombre Jordi  Pujol   confesó  públicamente  haber ocultado  su fortuna en paraísos  fiscales durante 34 años.

Además del enojo de los catalanes quienes se han sentido estafados en su  confianza, los principales  diarios de España se han ocupado casi en forma excluyente de este escándalo  al cual consideran un agravio a la democracia española.

Sin embargo en Argentina la actitud es  bastante diferente, no es un problema  prioritario  para la clase política  ni tampoco le desvela el sueño a la población.

Se agrava esta situación  por la debilidad del poder judicial   generando  la sensación de que quienes están protegidos por el poder de turno gozan de la impunidad para hacer y deshacer negocios con los recursos públicos.

Hay muchas circunstancias que favorecen el surgimiento de la corrupción. Una de ellas es la falta  de rendición de cuentas, la excesiva discrecionalidad de muchas autoridades para tomar decisiones, la designación de funcionarios  por amiguismo político, etc.

Avanzar en la transparencia es un antídoto poderoso   y una de las maneras de conseguirlo  es  facilitando al ciudadano el acceso a la información pública  pero  debe complementarse con otras normas, por ejemplo, con el deber de abstención de los funcionarios en aquello en lo tienen un interés particular, un mayor control sobre todo lo que tiene que ver con tráfico de influencias y con negociaciones incompatibles con la función pública.

Tomar conciencia  significa, en definitiva, advertir que la corrupción  es un flagelo que afecta directamente en la calidad de vida de la población y en  la existencia misma de las instituciones que nos constituyen como República.

Necesitamos terminar con este mal que devora miles de millones de pesos que podrían solucionar muchos de los problemas crónicos que tenemos.

La acción ciudadana es fundamental en esta cruzada .La forma de hacerlo es eligiendo a representantes  probos   que se comprometan  firmemente a luchar  contra  este flagelo en caso de llegar al poder.

María Cecilia Repetto

 

 

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