viernes, 14 de octubre de 2022

CON EL OPTIMISMO POR EL PISO .28-03-2022

 

CON EL OPTIMISMO POR EL PISO

 

                     Un estudio publicado recientemente da cuenta que la Argentina ocupa el puesto 57 en el ranking   de países según el nivel de felicidad de su  población.

Según este  informe, Argentina habría   descendido diez lugares en relación al puesto que ocupaba el año pasado y   muy atrás de otros países   como Suecia y Finlandia que ocupan los primeros lugares en cuanto al nivel de bienestar y satisfacción de sus habitantes.

Tal vez  la dirigencia política debería prestar atención a estos resultados, aunque sea para anoticiarse de que el malestar   no es la sensación de una minoría sino un sentimiento colectivo causado por problemas que los involucra directamente a ellos.

Muchos podrán decir que sentirse feliz  depende de variados factores, en gran proporción de índole personal .

Pero es evidente que la   armonía social  contribuye  a  que las personas sientan mayor bienestar en su   vida personal o familiar .

Pero cuando el escenario es hostil, cuando lo que abundan son los conflictos  y las dificultades económicas   es inevitable tener una población en estado de zozobra.

Dicen que ocupamos el lugar 57 en el ranking mundial de la felicidad y yo me pregunto cómo no sentir pesar en un país donde las ambiciones personales, el afán de superación, la búsqueda de un trabajo o el intento de desarrollo profesional se enfrentan con un muro de obstáculos. 

Como no sentir angustia si cada día se ensancha el abismo entre   unos pocos privilegiados y muchos sufridores, con una clase política que defiende sus dietas y olvida sus deberes hacia la ciudadanía que ya está harta de tantos abusos.

En este sentido resulta obsceno observar como   algunos funcionarios viven como reyes a costa del erario público en un país con 17 millones de pobres, alrededor de un 51% de niños con necesidades básicas insatisfechas y un 63% de jubilados que cobran el haber mínimo, con comedores populares abarrotados, bancos de alimentos desbordados de pedidos y escandalosas cifras de malnutrición infantil.

A tal punto llega el desencanto que ciertas   expresiones de aliento   como el “Si quieres, puedes “que muchas veces se pronuncian producen un sabor amargo en vez de servir de estímulo.

Qué podrán decir de estos mensajes los jóvenes en pleno vuelo, con ansias de trabajar, de afincarse en un lugar, de progresar, frente a un escenario que frustra todas sus aspiraciones o cualquier proyección futura, o cuando la alternativa   es buscar mejor suerte   en otro país.

Lamentablemente   vivimos inmersos en una realidad en donde la vocación no encuentra su cauce y el esfuerzo personal tiene poca valía frente a un terreno baldío de posibilidades de crecimiento.

Las encuestas muestran un pesimismo creciente sobre el futuro provocado por la falta de un horizonte que vislumbre que las cosas pueden cambiar y mejorar.

Hoy más que nunca necesitamos de una dirigencia  responsable, coherente, con aptitudes para gobernar el presente y dispuesta a proponer una hoja de ruta para resolver los problemas estructurales que arrastramos desde hace mucho.

Pero seguimos a la deriva, perdiendo el tiempo en discusiones absurdas que confunden las causas con las consecuencias, con líderes que se miran a si mismo y soslayan sus deberes públicos.

Pienso que la llave de la salida la tiene la ciudadanía, en su poder de decisión sobre el futuro del país que habitarán sus hijos, en poner un dique a la corriente  que nos ha llevado por un camino de declive.

No existen las soluciones mágicas para un país en crisis , ni esperemos milagros: la política debe traernos soluciones y no problemas, debe mejorar la calidad de vida de la población y facilitar su bienestar en vez de provocarle angustia como sucede ahora.

 

                                                                                                      María Cecilia Repetto

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