HAZ LO QUE YO DIGO… ¿NO LO QUE YO
HAGO?
Existe la sensación de que
las cosas en el país no andan
bien.
Si
quiere sacarse la duda pídale a
quien está a su lado que opine
y verá lo que le responde.
Dejando de lado a los
políticos que por ahí tienen una
perspectiva diferente, no están quedando argentinos que piensen
lo contrario.
No sería justo echarle la
culpa de todo al gobierno actual porque
el declive ha sido paulatino, como si
hubiésemos venido descendiendo por una pendiente
desde hace muchos años.
Hoy el optimismo brilla por su ausencia y la
esperanza que es lo último que se pierde está más bien vinculada a nuestra fe en dios, a que un milagro nos
resuelva los problemas, pero no a las
políticas del gobierno.
Los argentinos hemos
atravesado épocas malas, de crisis
profundas, pero no creo equivocarme si digo que siempre existía la idea de que al final del camino había una
luz, que luego de la crisis sobrevendría
un período para recuperarnos y salir a
flote.
Pero ahora, será la
pandemia o el abultamiento del déficit que arrastramos de larga data, la
postergación de los problemas sin resolución, o la desconfianza en la dirigencia política, lo cierto es que hemos llegado a un punto límite, de angustia
y preocupación colectiva.
Después de año y medio, el gobierno actual no ha
exhibido un programa que nos oriente hacia dónde vamos y la realidad
es que los pasos que ha venido dando, aun atendiendo las dificultades
que se le ha presentado con la pandemia, han tenido muchos desaciertos y acciones reprochables.
El manejo de la situación
sanitaria provocada por el Covid 19 , con los cierres prolongados de comercios , de establecimientos educativos y la caída de la actividad
productiva , profundizaron aún más la
crisis social por la caída del empleo , el incremento de los niveles de
pobreza y una clase media que siente
que su poder adquisitivo ha violentado
su calidad de vida.
La impresión es que la dirigencia política de Argentina es
una corporación que gobierna para sí misma, ensimismada en sus asuntos de poder y no en los de la gente, como si
fueran un tema ajeno a su
responsabilidad, porque total el costo
de los errores u omisiones los pagan
otros , no ellos.
La falta de credibilidad
que sienten los argentinos por sus dirigentes está cimentada por las reiteradas
mentiras, fraudes a la confianza y la ausencia de autoridad moral para ejercer
funciones que requieren como principio básico todo lo contrario a lo que son y
exhiben diariamente.
Desde la ignominiosa fotografía del presidente celebrando el cumpleaños de su pareja que se
ha dado a conocer recientemente –infringiendo el Decreto 576/2020 que el mismo
suscribió, como así otras demostraciones de que para ellos rige el “Haz lo que
yo digo, no lo que yo hago “son expresiones de puro autoritarismo y de una
forma de ejercer el poder que termina por degradar las instituciones por ellos
representadas.
Sin embargo no debería
extrañarnos demasiado, tenemos los políticos que se nos parecen, los que se
asemejan a sus votantes, los mismos argentinos que nos colamos
en la fila sin respetar el turno ,
los del vacunatorio vip, los de la trampa y la avivada criolla .
En tal sentido lo
ocurrido es coherente con conductas
sociales que hemos naturalizado y que necesitamos erradicar .
Pero tan nefasto y revelador es este hecho como que el 50 % de la población argentina reciba
hoy ayuda estatal para subsistir.
Revelador porque
demuestra que el asistencialismo como
política ha sido un fracaso y la confirmación de que la única
receta para progresar es a
través del trabajo y la educación.
Sin embargo, hasta ahora lo que se ha venido haciendo es minando
las posibilidades de crecimiento, una meta imposible de alcanzar mientras
existan los índices de inflación como tiene hoy la Argentina, mientras la
educación no sea reconocida como un derecho esencial de cada individuo,
mientras no existan leyes que alienten
el empleo que obligan a miles de jóvenes argentinos a
huir del país por falta de futuro.
También es cierto que
muchas veces nos quejamos de tener la
misma dirigencia política, pero
cuando una nueva figura se postula ponemos en tela de juicio su
idoneidad para ocupar un cargo alegando
que no tiene experiencia, que
un político debe ser de " carrera”.
Los argentinos
necesitamos recuperar la ilusión de volver a ocupar aquel lugar en el mundo que perdimos,
defender la unión de las familias, la cultura del trabajo y el valor de la
educación como herramienta fundamental
de progreso.
Pienso que estas
elecciones legislativas ofrecen
una oportunidad de abrir puertas para la oxigenación de la política, en los valores que debemos respetar
como sociedad y en especial, en los valores que deben reunir los representantes que nos gobiernen.
María
Cecilia Repetto
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