viernes, 14 de octubre de 2022

HAZ LO QUE YO DIGO ...16-08-2021

 

            HAZ LO QUE YO DIGO… ¿NO LO QUE YO HAGO?                         

                   Existe la sensación de que las cosas en el país  no  andan  bien. 

 Si  quiere sacarse la   duda pídale a quien  está a su lado  que opine  y verá lo que le responde. 

Dejando de lado a los políticos  que por ahí tienen una perspectiva diferente, no están quedando argentinos  que piensen  lo contrario.  

No sería justo echarle la culpa de todo   al gobierno actual porque el declive  ha sido paulatino, como si hubiésemos  venido  descendiendo por  una pendiente  desde hace  muchos años. 

Hoy  el optimismo brilla por su ausencia y la esperanza que es lo último que se pierde está más bien vinculada  a nuestra fe en dios, a que un milagro nos resuelva los problemas, pero no a   las políticas del gobierno. 

Los argentinos hemos atravesado  épocas malas, de crisis profundas, pero no creo equivocarme si digo que siempre existía   la idea de que al final del camino había una luz, que luego de la crisis  sobrevendría un período  para recuperarnos y salir a flote. 

Pero ahora, será la pandemia o el abultamiento del déficit que arrastramos de larga data, la postergación de los problemas sin resolución, o la desconfianza en la  dirigencia política, lo cierto es que  hemos llegado a un punto límite, de angustia y preocupación colectiva. 

Después de  año y medio, el gobierno actual no ha exhibido  un programa  que nos oriente  hacia dónde vamos  y la realidad  es que los pasos que ha venido dando, aun atendiendo las dificultades que se le ha presentado con la pandemia, han tenido muchos  desaciertos y acciones reprochables. 

El manejo de la situación sanitaria provocada por el Covid 19 , con los cierres prolongados  de comercios , de establecimientos  educativos y la caída de la actividad productiva , profundizaron aún más la  crisis social por la caída del empleo , el incremento de los niveles de pobreza y una clase media   que siente que su poder adquisitivo ha violentado  su calidad de vida. 

La impresión  es que la dirigencia política de Argentina es una corporación que gobierna para sí misma, ensimismada en sus asuntos  de poder y no en los de la gente, como si fueran un tema ajeno  a su responsabilidad, porque total  el costo de los errores u omisiones  los pagan otros , no ellos. 

La falta de credibilidad que sienten los argentinos por sus dirigentes está cimentada por las reiteradas mentiras, fraudes a la confianza y la ausencia de autoridad moral para ejercer funciones que requieren como principio básico todo lo contrario a lo que son y exhiben diariamente. 

Desde la ignominiosa  fotografía del presidente  celebrando el cumpleaños de su pareja que se ha dado a conocer recientemente –infringiendo el Decreto 576/2020 que el mismo suscribió, como así otras demostraciones de que para ellos rige el “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago “son expresiones de puro autoritarismo y de una forma de ejercer el poder que termina por degradar las instituciones por ellos representadas.  

Sin embargo no debería extrañarnos demasiado, tenemos los políticos que se nos parecen, los que se asemejan  a sus votantes,  los mismos argentinos que nos colamos en  la fila sin respetar  el turno , los del vacunatorio vip, los de la trampa y la avivada criolla .  

En tal sentido lo ocurrido es coherente con  conductas sociales  que hemos naturalizado  y que necesitamos erradicar  .

Pero tan nefasto  y revelador es este hecho como que el  50 % de la población argentina reciba hoy   ayuda estatal para subsistir. 

Revelador porque demuestra  que el asistencialismo como política ha sido un fracaso  y    la confirmación de que la  única  receta para progresar   es a través del trabajo y la educación. 

Sin embargo, hasta  ahora lo que se ha venido haciendo es minando las posibilidades de crecimiento, una meta imposible de alcanzar mientras existan los índices de inflación como tiene hoy la Argentina, mientras la educación no sea reconocida como un derecho esencial de cada individuo, mientras no existan leyes que alienten  el empleo que obligan a miles de jóvenes argentinos   a huir  del país por falta de futuro. 

También es cierto que muchas veces nos quejamos  de tener la misma dirigencia política, pero   cuando  una nueva figura  se postula  ponemos en tela de juicio su idoneidad para ocupar un cargo alegando  que no tiene   experiencia, que un  político debe ser de " carrera”. 

Los argentinos necesitamos recuperar la ilusión de volver a  ocupar   aquel lugar en el mundo que perdimos, defender la unión de las familias, la cultura del trabajo y el valor de la educación como herramienta  fundamental de progreso. 

Pienso que  estas  elecciones legislativas  ofrecen una oportunidad de abrir puertas para la oxigenación de la política,  en los valores que debemos respetar  como sociedad y   en especial,  en los valores que deben reunir los  representantes  que nos gobiernen.  

María Cecilia Repetto 

   

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